domingo, 19 de enero de 2020

Cosas que siento y pienso dirigiendo un partido de baloncesto

Cuando me he puesto a escribir este artículo no se muy bien lo que voy a ser capaz de transmitir a otros entrenadores en lo que se refiere al cúmulo de emociones y a la tensión que vive un entrenador dirigiendo a un equipo.
Mi visión al respecto ha ido cambiando y evolucionando a lo largo del tiempo, lejos han quedado los tiempos en los que los equipos jugaban la mayoría de los minutos con pocos jugadores, hoy día salvo excepciones en la mayoría de los partidos el número de rotaciones supera como mínimo a ocho jugadores y las plantillas no son de 12 jugadores como antaño, llegando hasta 16 jugadores en la actualidad.
La primera dificultad llega en como manejar este número de jugadores en entrenamientos y partidos, no es labor fácil especialmente en lo que se refieres a entrenamientos en equipos de formación en los que raramente se tiene la figura del entrenador ayudante, pero el objetivo de este post no lo voy a enfocar respecto a eso sino a la dirección de juego.
El año pasado que dirigí un equipo de Primera Nacional Femenina, era un marrón cada vez que tenía que hacer la convocatoria, tenía 14 jugadoras y debía dejar dos fuera, se pasaba realmente mal tomar esa decisión, en el equipo había 3 jugadoras junior y algunas con mucha calidad, salvando el núcleo principal del equipo tenía que luchar entre hacer una rotación para ir dejando fuera a unas y otras para que todas estuvieran contentas o elegir a las que yo consideraba idóneas fueran senios o juniors, aún a riesgo que repitiesen varias veces las mismas por tener menos nivel, aunque esto no fuera muy bien aceptado.
Independientemente de la elección previa  al partido, se presenta siempre la segunda dificultad para el entrenador que no es otra que como hacer el reparto de minutos de las doce elegidas, tiempos atrás no era raro que algunos jugador@s jugarán los cuarenta minutos de partido sin embargo hoy día ya suena casi raro y hasta en cierto punto no se ve bien visto, actualmente algunos lo camuflan dándoles algún minutillo para descansar pero al final los jugadores referentes terminan jugando un mínimo de 35 minutos.
Hay quién  reparte minutos mas o menos por igual en torno a veinte minutos por partido jugando por con lo menos 10 jugadores, está claro que cuanto mas minutos juegue cada jugador mas contento estará. Pero ese reparto equitativo también puede ir contra los intereses del equipo, se nos pueden escapar partidos por quedar bien con todos. También hay que decir que cuando tienes un equipo superior a los demás y con una plantilla amplia es mas fácil hacer esto, igual que cuando lo tienes inferior y sabes que no tienes nada que hacer ante el rival. 
¿Pero que pasa en los partidos con incertidumbre, esos que se pueden ganar por pequeños detalles que transcurren por el signo de la igualdad?, ¿se hace ese reparto equitativo o nos ceñimos a los seis o siete mejores jugadores con participación mínima o nula de los demás? 
Esa es la verdadera lucha interna que a veces tengo conmigo mismo en el reparto de los minutos, me gustaría darles minutos a todos y a veces no puedo, cuando miras las caras y notas las expresiones de seriedad de los que han jugado poco cualquier entrenador lo pasa mal, ahí viene un trabajo psicológico con los jugador@s para decirles que sigan trabajando a tope, que en cualquier momento llegará su momento, que habrá oportunidades para todos, etc. Aunque ojo con lo que prometemos y decimos porque siempre podemos ser esclavos de nuestras palabras y a veces podemos decir algo que después no podremos cumplir, eso sería mas grave porque el jugador sin duda perdería la confianza en nosotros.
Otro aspecto importante en la dirección de partidos es la forma de gestionar los cambios, los jugador@s están muy atentos a esto, hay entrenadores que al menor fallo ya están cambiando al jugador, pero aunque yo no estoy muy de acuerdo con esta fórmula si lo hacen siempre y con todos en cierto modo se podría admitir, pero estoy cansado de ver entrenadores que son muy exigentes con algunos jugadores y no tanto con los jugadores entre comillas "estrella", permitimos a algunos lo que no permitimos a otros.
Hay quién lleva ya programados de antemanos los cambios y como de si de la NBA se tratara hasta el momento y minuto que los van a realizar, a mí esto no me gusta demasiado porque cada partido es un mundo y las situaciones que se dan son muy cambiantes, en mi caso prefiero ver la evolucién y el desarrollo del juego y en función de ello actuar.
Soy el primero que sufre por no dar minutos a todos, pero hay un detalle que no me gusta y me sienta mal y que nunca admitiré, son las malas caras o gestos inadecuados cuando cambio a algún jugador, me sientan fatal, los considero además de una falta de respeto hacia mí, una falta de solidaridad y generosidad al resto de compañeros, durante el desarrollo de un partido esto es muy feo de cara al espectador además de que en cierta medida echan al público asistente en contra del entrenador por no hablar en ciertos momentos de los padres en categorías de formación. Siempre les digo a los jugadores que si tiene algo que decirme lo hagan en privado y en el momento adecuado, no en el fragor del partido o al final del mismo que todos estamos nerviosos, hablando se entiende la gente y con serenidad y tranquilidad todo es mejor.
Por último y para terminar están las típicas broncas de los entrenadores durante los partidos y en los tiempos muertos, saber gestionarlas es clave para los que ejercemos como entrenadores porque no todos los jugadores las admiten de la misma manera, hay quién se hunde cuando se le riñe y hay quién se motiva mas si cabe y reaccciona, aunque en la mayoria de las casos caen mas mal que bien se diga lo que se diga. Tampoco me gusta la actitud de ciertos entrenadores que se ponen a gritar a todo el equipo en un tiempo muerto llamando la atención de todos y que todo el mundo comente lo típico de ¡vaya broncazo que les ha echado!. Si eso es una vez de forma esporádica vale, pero si es tónica habitual terminará por no tener nada mas que un efecto de cara a la galeria, es algo parecido como cuando chillas a tu hijo constantemente que termina como a verlo como normal, o como antiguamente se decia a padres que pegaban a sus hijos, ¡se ha acostumbrado a los palos y ya no sirve de nada! 
Gestionar todos estos aspectos emotivos no es fácil para ningún entrenador, ya que al control de sus propias emociones tiene que unir el control de las emociones de cada uno de sus jugador@s, que como vulgarmente se dice cada uno es de su padre y de su madre, pero ese es nuestro carro de batalla y nuestro reto, un reto tan importante o mas que el trabajo de lo físico, de lo técnico y de lo táctico.

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