¿El éxito o el fracaso te hacen ser mejor o peor entrenador?

En el mundo del entrenador de cualquier deporte y por ende del baloncesto, que es el que nos apasiona, las palabras éxito y fracaso son habituales y de alguna u otra forma se asocian al ser o no ser mejor entrenador. 

A nivel personal y de forma general no estoy para nada de acuerdo con esto, porque ¿con qué vara de medir se mide el éxito o el fracaso? ¿por los resultados? ¿por la evolución y el crecimiento personal de los jugadores? ¿por hacer auténticos equipos de baloncesto? ¿Por la transmisión de valores y las huellas que dejas en los jugadors? ¿por un poco de cada cosa?

Lo usual y normal es que se mida por los resultados y en función de ello se catalogan a los entrenadores, harto injusto aunque no se le quite ningún mérito al hecho de ganar partidos, pero se gana por un punto y consigues un campeonato y eres el gran triunfador y se pierde por un punto y eres el gran fracasado. Por una canasta se nos juzga de una forma diferente, se califica de éxito o fracaso el trabajo de toda una temporada y asi nos hemos acostumbrado a vivir.

No importa las dificultades  por las que se haya atravesado, las lesiones de jugadores importantes, las diferencias de presupuestos y de medios respecto a otros equipos, que se hayan sacado jugadores de la cantera a la palestra, etc, todo esto queda a nivel secundario, por mas que queramos asociamos ganar=éxito y perder=fracaso.

Os puedo asegurar con absoluta rotundidad que la temporada en que mas fracasé, fue en la que mas crecí como entrenador, analizaba todo con una meticulosidad absoluta, buscaba diferentes soluciones, preparaba los entrenamientos a conciencia, intentaba modificar y mejorar los sistemas, hacía los mayores scoutings que jamás he hecho de los rivales, pero nada hacia posible cambiar la dinámica, esa búsqueda de soluciones me hacía mejorar y progresar mucho como entrenador, pero como los resultados no llegaban llegamos a una rescisión pactada, en realidad era un cese encubierto.

Sin embargo en las épocas de mayor éxito, que afortunadamente en mi trayectoria han sido mas abundantes, muchas veces la euforia por los resultados encubrían defectos y fallos que se cometían en el trabajo diario y que por la dinámica ganadora parecía que todo iba bien. Daba igual las decisiones que tomaras por impopulares que fueran, porque como se ganaba todo les parecía bien a todos (directiva, jugadores, afición, medios de comunicación, etc). 

Por último, me gustaria  centrarme en dos aspectos, el primero es que cuando ganas todo el mundo está callado, nadie protesta, ni siquiera los que juegan menos, no sale ningún trapo sucio, se camufla casi todo, los jugadores se dan cuenta que el entrenador tiene "entre comillas mas poder" y se acepta todo. Por el contrario cuando se pierde esnseguida salen a flote las cosas negativas, es que habia mal ambiente, es que nos falta físico, es que no nos da libertad, es que..., es que....

La segunda cuestión es que cuando se gana y acaba la temporada el teléfono no deja de sonar, llegan y llueven ofertas, se está de moda y todos los equipos quieren ficharte, no obstante cuando se pierde el teléfono enmudece, nadie se acuerda de tí y cuando sales de la ruleta de la actualidad, generalmente es muy difícil que se vuelva a ella.  

No me considero mejor o peor entrenador por mis éxitos o fracasos, pero desgraciadamente y muy a mi pesar este mundillo funciona así y hay que convivir con él.
Termino con una frase del mítico Jhon Wooden, "Un entrenador no es mejor o peor por los títulos que logra, sino por lo que deja sembrado". El dejar sembrado es más importante que cualquier otra cosa, porque los éxitos pasan y se vive la alegría en el momento, pero hay otras cosas que te proporcionan una satisfacción que permanece y se revive, para mi es fundamental lo que se transmite y que deja una huella inolvidable en el corazón de los jugador@s.