Es curioso cómo funciona el mundo el deporte, cuando todo
marcha rodado y se ganan los partidos el entrenador pasa en cuestión de días a
ser el gran sabio, todo son parabienes y exquisiteces, el mejor, el más grande,
el que mejor entiende a los jugadores, el que mejor utiliza sus mimbres, el
que mejor plantea los partidos, el que mejor hace los cambios, etc.
Sin embargo cuando las cosas no salen bien y no llegan los resultados todo se
vuelve en contra, todo es negativo. ¿Es que en tan poco tiempo ha cambiado sus
métodos y sus enseñanzas?, ¿es que ahora se comporta de forma distinta?, por
supuesto nada de eso, simplemente que se ganan los partidos y se consiguen los
objetivos, y cuando pasa eso las victorias tapan todo.
Esto pasa en cualquier deporte y por supuesto en el
baloncesto también. Y pasa con todos los entrenadores sin excepción, cuando
llega una mala racha. Nadie está exento de un fracaso, de una mala temporada,
pero me pregunto:
¿Ganar partidos es sinónimo de trabajar bien?
Conozco magníficos entrenadores que en determinados
momentos han tenido racha de derrotas e incluso fracasos que se han dejado la
piel en el intento y que han trabajado si cabe mucho mejor que cuando las cosas
iban bien, pero cuando han perdido los partidos han sido defenestrados, y se
les ha criticado hasta el detalle más intrascendente, ha pasado con los más
grandes y es raro que a algún entrenador en alguna fase de su trayectoria no le
ocurra.
A fin de cuentas la vida del entrenador es un tobogán que puede subir o bajar
en función de múltiples factores y circunstancias, pero fundamentalmente
dependiendo de los jugadores que pongan en sus manos y de los apoyos que reciba
(aunque el mejor apoyo es siempre que lo dejen trabajar con tranquilidad). Pero
lo que está claro es que si se ganan los partidos, se consiguen victorias se
camufla todo y las críticas desfavorables se aparcan en el olvido.
Recuerdo hace años que entrenando a un equipo en EBA, por supuesto cuando
ganábamos partidos todo estaba bien y los directivos casi no se acordaban de
mí, pero sin embargo cuando perdíamos había que convocar reuniones y siempre
salía a la palestra que si el jugador fulanito o menganito lo habían visto de
fiesta el fin de semana. Mi respuesta era siempre la misma, cuando ganaban no
pasaba nada e incluso algún directivo le acompañaba, y que además yo no era
ningún detective para vigilar lo que hacían los jugadores, les decía que si lo
que decían era así tomasen las medidas disciplinarias al respecto y punto final
(éramos un equipo semiprofesional). Nunca hicieron nada al respecto excepto una
sola vez que pusieron una multa general, a las dos o tres semanas cuando se
ganó algún partido la quitaron.
Ejemplos de este tipo hay múltiples en el deporte y siempre es lo mismo, cuando
se gana todo está bien y es que señores las derrotas reflotan los problemas y
las victorias lo tapan todo.
¿Hay rectores que no evalúan a sus entrenadores exclusivamente
por las victorias?
Por supuesto hay excepciones que confirman la regla, he
conocido casos de Presidentes que han tomado la decisión de no renovar a un
entrenador pese a haber conseguido algunos campeonatos, fundamentando dicho
cese por “no sintonizar” en cuanto a la filosofía a seguir y han buscado otro
entrenador más afín al perfil que pretendía.
Este tipo de decisión denota por parte de esos rectores
mucha personalidad y valentía, ya que han sido fieles a sus principios y
mentalidad sin tener en cuenta el hecho de conseguir las victorias, han
perseguido un método y un estilo de trabajo diferente.
Les podrá salir bien o mal, pero en cualquier caso han demostrado
de forma rotunda que las victorias no les han cerrado los ojos y siguen siendo
capaz de ver el bosque. Desgraciadamente esto no es casi nunca así, porque la
vara de medir se sustenta en las victorias y las derrotas y aunque no sea del
todo justo generalmente “las victorias tapan todo”
