¿Qué es ser un entrenador de éxito?
No nos engañemos todos aquellos que nos dedicamos a entrenar buscamos el éxito en nuestro trabajo y en la medida que conseguimos nuestros objetivos, generalmente ganar partidos y campeonatos enseguida nos califican o nos sentimos entrenadores de éxito.
¿Pero que es el éxito? ¿Cómo lo entendemos?
Indudablemente en cada uno de nosotros existe una vara de medir el éxito, para mí la forma de medir el éxito va estrechamente ligada a la filosofía (principios y acciones que determinarán nuestra forma de ver el baloncesto, de entrenar y de afrontar la formación y espíritu competitivo de nuestros jugadores), a los objetivos que nos marquemos como entrenadores y a la búsqueda de un estilo propio que impregne de un sello personal a los equipos que pasen por nuestras manos.
Dilemas
Llegamos al eterno dilema, ¿como se mide el éxito?, ¿por los resultados? ¿por la evolución y el crecimiento personal de los jugadores? ¿por hacer auténticos equipos de baloncesto? ¿por la transmisión de valores y las huellas que dejas en los jugadores? ¿por un poco de cada cosa?
Lo usual y normal es que se mida por los resultados y en función de ello se catalogan a los entrenadores, harto injusto aunque no se le quite ningún mérito al hecho de ganar partidos, pero se gana por un punto y consigues un campeonato y eres el gran triunfador y se pierde por un punto y eres el gran fracasado. Por una canasta se nos juzga de una forma diferente, se califica de éxito o fracaso el trabajo de toda una temporada y así nos hemos acostumbrado a vivir.
No importa las dificultades por las que se haya atravesado, las lesiones de jugadores importantes, las diferencias de presupuestos y de medios respecto a otros equipos, que se hayan sacado jugadores de la cantera a la palestra o no, etc, todo esto queda a nivel secundario y aunque no nos guste la asociación ganar=éxito y perder=fracaso siempre forma parte del mundo del entrenador o por lo menos lo que se piensa desde fuera.
En las sociedades deportivas actuales por desgracia en la mayoría de los casos el éxito de los entrenadores se mide por la cantidad de triunfos o títulos conseguidos, pero también hay otra corriente deportiva que entiende el baloncesto y otros deportes además de para competir y ganar campeonatos como un medio para ayudar a los jóvenes a mejorar deportivamente para posteriormente desenvolverse en la vida, a forjar su carácter, a saber adoptar actitudes de liderazgo, a progresar técnicamente y tácticamente y a saber disfrutar del deporte no sólo compitiendo.
Contradicciones
A veces los entrenadores nos jactamos a los cuatro vientos que lo más importante es la formación del jugador y no el conseguir victorias, pero después no somos demasiado consecuentes con nuestras ideas, utilizando en los partidos importantes sólo a los mejores jugadores o mandando al banquillo al primer error que comete un jugador, abroncándolos y no dándoles confianza, etc.
Quejas
Cuantas quejas hay y habrá sobre el uso de las zonas en edades de formación, táctica que nos puede dar victorias o campeonatos pero que no favorece la evolución técnica y personal de cada jugador tanto como cuando la defensa es individual.
Otros ejemplos se dan cuando se permite el uso de los bloqueos en minibasket (cuestión harta polémica), cuando se especializa demasiado pronto a los jugadores por puestos en edades tempranas o como cuando me preguntaron en un Clinic si no creía que enseñar movimientos de espaldas al aro en infantiles se debería prohibir (la persona que me lo preguntó me dijo que en su club a esa edad sólo permitían jugar de cara al aro).
Conjugar éxito, mejora individual y formación
Estoy convencido que se pueden conjugar éxitos con formación y victorias con mejoras individuales y del juego colectivo de nuestros jugadores, particularmente pienso que sí, sé que no es fácil pero tampoco lo considero imposible, todo es cuestión de tener personalidad, creer en ello, tener una filosofía propia, creer en un estilo y luchar por ello contra viento y marea.
Un ejemplo concreto
Para mí, quizás por ser de mi “quinta”, ha habido un ejemplo muy claro en el baloncesto español que encarna el aunar victorias o títulos con mejoras individuales de los jugadores, se llama AITO GARCÍA RENESES, posiblemente uno de los entrenadores españoles que más títulos ha ganado y también el que ha sacado mayor número de jugadores jóvenes llevándolos a la élite (Joaquín Costa, Andrés Jiménez, Pau Gasol, Ricky Rubio, etc). Posteriormente con el Cajasol de Sevilla (Satoransky, Hernángomez, Sastre, Franch, Porzingis, Balvin, etc). Me imagino, que en el Alba Berlin también habrá llevado la misma filosofía.
Desde mi punto de vista Aito creyó en un estilo y luchó por conseguirlo, no atosigó a los jugadores jóvenes con demasiadas tácticas, les hizo trabajar y entrenar duro, desde la defensa construyó todo lo demás, propició un juego alegre de contraataques y transiciones, les hizo jugar con creatividad desarrollando su juego y sus instintos, confió en ellos y no cambió de opinión al primer contratiempo, por eso tuvo éxito ganando partidos y al mismo tiempo formando jugadores.
He puesto el ejemplo de Aito por ser muy significativo, pero estoy seguro que por toda la geografía y provincias españolas hay muchos otros entrenadores que consiguen el éxito aunando ambos factores (victorias y formación).
Curiosidades que se dan
Conclusiones
Creo en la FORMACIÓN+MEJORA INDIVIDUAL+ VICTORIAS para ser entrenadores portadores de éxito, pero para ello se necesita, personalidad, carácter y carisma, filosofía propia y perseguir un estilo de juego claro y definido.
Ser un entrenador de éxito es un gran reto y desafío, a todos nos gusta que nuestros jugadores nos manteen y que nos saquen a hombros los aficionados, posiblemente el ego no aumentará considerablemente, pero quizás haya cosas mucho más importantes que eso para considerarnos un entrenador de éxito.
El verdadero éxito empieza por desarrollar nuestras habilidades pedagógicas como entrenadores y también como educadores (nunca olvidemos que lo somos), siendo propulsores de las habilidades técnicas de nuestros jugadores y no limitándolas, ayudándoles a mejorar en la tomas de decisiones, enseñándoles a ver y entender el juego, entusiasmarlos por el baloncesto de forma que compitan y disfruten a la vez, darles consistencia psicológica y enseñarles a fortalecer sus virtudes y esconder sus debilidades y en definitiva a crear unos cimientos fuertes y una base baloncestística lo suficientemente importantes para que sepan desenvolverse en cada situación de juego e incluso que le puedan servir posteriormente cuando acaben su vida deportiva para aplicarlas en el día a día.
"Un entrenador no es mejor o peor por los títulos que logra, sino por lo que deja sembrado" (Jhon Wooden)
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