Soy un
entrenador veterano, pero todavía con pasión, ilusión e inquietudes. He entrenado durante muchos
años, he pasado por todas las categorías desde mini a senior, he aprendido y
sigo aprendiendo de todos cada día. Me he sentado delante de mi ordenador y he
reflexionado durante un tiempo sobre mi evolución y sobre mis experiencias,
muchas ideas casi de forma desordenada se me vienen a la mente, y he querido
hacer algunas reflexiones que creo pueden ser interesantes y quizás ayudar a
otros entrenadores, preferentemente a los que empiezan.
Perdonadme
si mis ideas no van entrelazadas, pero más que un artículo sistematizado y
ortodoxo quiero escribir con el corazón lo que en estos momentos pasa por mi
mente, seguramente me arrepentiré después por no haber sido más detallista,
pero de vez en cuando hay que romper con los cánones y decir lo que uno piensa,
aunque eso no sea lo más políticamente correcto.
Reflexión nº1.-¿Qué tipo de entrenador quieren los clubs?
Los
clubs quieren contratar un entrenador prestigioso y jugadores que sean una
garantía para conseguir sus objetivos, fundamentalmente para su primer equipo o
equipo estandarte. Y salvo excepciones trabajan con los equipos infantil,
cadete, juvenil, etc, con el objetivo de conseguir campeonatos, más que pensar
en esos jugadores cómo el vivero o futura base del club.
En
muchas ocasiones suelen poner de entrenadores de esos equipos a jugadores
seniors (no todos los exjugadores sirven para entrenar), ya retirados o bien a
chavales jóvenes sobrados de voluntad y ganas, pero que debido a su bisoñez es
difícil que puedan hacer un trabajo de enseñanza que consiga un máximo
aprovechamiento.
¿Por qué no se contrata un entrenador que haya demostrado su categoría y
conocimientos con su trabajo en otros clubs? Un entrenador que marque la
línea a seguir a otros entrenadores de la entidad, que planifique de forma
conjunta, sin por ello coartar la libertad de los demás entrenadores. ¿Un entrenador que se haga
cargo de las categorías base dónde sus conocimientos puedan ser lo más
fructíferos posibles para los jugadores y el club?
Reflexión nº2.-¿Qué quieren conseguir los entrenadores?
Muchos entrenadores, simplemente con hacer un cursillo inicial y sin los
conocimientos mínimos necesarios, ya están pensando en ganar campeonatos y en
llegar a ser el entrenador del equipo senior de su club. Precisamente a los jugadores
que menos podrán enseñar, porque son jugadores que ya estarán hechos y
formados, su objetivo primordial será ganar muchos partidos y conseguir
resultados a corto plazo (para ellos ganar campeonatos es ser mejor
entrenador).
Conozco a entrenadores con titulación superior que no tienen ningún interés
por enseñar a los chavales de categorías formativas, precisamente los chicos/as que
más necesitados están de este tipo de entrenadores con conocimientos,
experiencia y dotes pedagógicas. Pero para este tipo de entrenadores, trabajar
con este tipo de jugadores es casi cómo bajar un escalón muy importante en su
status profesional.
¿Por qué los entrenadores que empiezan no trabajan durante dos o tres años
al lado de entrenadores contratados, con experiencia, con conocimientos,
etc.? Pienso
que es bueno que recojan lo mejor de estos entrenadores y después lo lleven a
la práctica cuando empiecen a andar en solitario. ¿No sería una manera
importante de formarse cómo entrenadores?, yo sinceramente aprendí bastante de
muchos buenos entrenadores que tuve cerca.
Reflexión nº3.- ¿Planificación o improvisación?
Hay entrenadores (por suerte cada vez menos), que no planifican (si, así
como lo oyen), van a los entrenamientos y trabajan en función de lo que se le viene
a la cabeza ese día, o en función del número de jugadores que tienen, o por
cualquier otra causa.
Rotundamente
ese no es camino, el entrenamiento se debe planificar si es que
queremos que se consigan los objetivos que pretendemos alcanzar. Los
ejercicios físicos, técnicos y tácticos se deben de programar, estableciendo la
temporalización adecuada. Tenemos que basarnos en un método de trabajo
racional, progresivo y evaluable. Muchas veces observamos que se trabaja mucho
un aspecto y otros casi ni se tocan, que se dedica mucho más tiempo al ataque
que a la defensa, qué casi siempre nos limitamos a ejercicios con balón y
apenas si trabajamos el juego sin balón, etc, etc. Si todo está planificado y
organizado es difícil que se dejen lagunas y que se repitan conceptos más de la
cuenta.
¿Significa esto que nunca apodamos improvisar? La excepción confirma la
regla, y en un momento concreto y por una circunstancia determinada se puede
hacer, pero no por norma o por costumbre. Si no nos organizamos adecuadamente correremos
el riesgo de que los jugadores nos digan que se aburren y que se cansan de
hacer siempre lo mismo.
Reflexión nº4: ¿Nos precipitamos al enseñar?
A
veces cuando hacemos nuestro trabajo cómo entrenador cometemos errores de
precipitación, a mí personalmente me ha pasado, unas veces por defecto y otras
por exceso.
Normalmente los errores por
defecto vienen determinados porque comenzamos nuestro trabajo de
entrenador sin tener del todo claro las premisas fundamentales que se deben dar
en cualquier entrenador de baloncesto o de otro deporte.
No
sé es del todo consciente de la importancia de saber que uno tiene que
sacrificarse muchas veces, que es necesario tener voluntad de aprender, ser
generoso para transmitir lo que se sabe, y disfrutar haciendo lo que de verdad
se desea. También es importante ir moldeando nuestro carácter, para saber
actuar en diferentes situaciones según convenga, y realizar un trabajo continuo
y progresivo.
Si no se está mentalizado convenientemente y
empezamos a entrenar sin los principios antes citados convenientemente
arraigados, seguramente a la primera dificultad estos entrenadores se
desilusionarán y se desorientarán, empezarán poco a poco a tener cada vez menos
ganas de entrenar y terminarán por dejarlo.
El caso contrario es precipitarnos por exceso, el caso típico del
entrenador que quiere decir tantas cosas a la vez, que quiere demostrar a sus
jugadores lo mucho que sabe, lo bueno que es, la cantidad de jugadas y sistemas
que conoce, etc. Al enseñar mete tanta información que termina por confundir a
sus jugadores, porque estos necesitan tiempo para ir asimilando poco a poco dicha
información. Lo que enseñemos debe estar de acuerdo con el poder de adquisición
y asimilación de conocimientos de los jugadores que estén en nuestras manos (su
edad, su capacidad intelectiva, etc). La enseñanza debe ser precisa, continua y
corrigiendo los errores que vayan apareciendo. De esta manera conseguiremos que
los jugadores progresen con una buena base de fundamentos técnicos y tácticos
bien afincados y procesados en su mente.
Reflexión
nº5: "¿Cómo debe ser el trato con los jugadores?
Sin darnos
cuenta a veces tratamos a unos jugadores de una manera y a otros de otra, a
unos jugadores les perdonamos todo y a otros nada (unos van al menor fallo al
banquillo y otros tienen bula), es decir no somos imparciales, nos dejamos
llevar por la subjetividad, unas veces porque nos caen mejor o peor, otras
porque son las "estrellitas" del equipo y queremos tenerlas
contentas, otras en función de quién esté presente en el entrenamiento para
quedar más o menos bien de cara a esas personas (directivos, padres, etc) y por
otras circunstancias que en un momento dado se puedan dar.
La "imparcialidad", debe ser el primer principio del
trato del entrenador con los jugadores. Otra cuestión es que a veces les damos
más importancia a unos jugadores que a otros, y esto no debiera ser así, "todos
los jugadores son importantes", no hay que hacer distinción entre
titulares y suplentes en cuánto al trato.
Los
jugadores deben saber y sentir que el entrenador está al lado de todos, que nos
interesemos por sus cosas (estudio, trabajo, etc). Los entrenadores somos sus
guías y si nos ganamos su confianza nos podrán consultar, de esa manera se crea
un clima positivo al respecto que se traslada a la cancha y eso ayuda muchísimo
en los momentos de partido, especialmente en los que aparejan tensión.
Las
típicas broncas y correcciones individuales, que se hacen de forma
desproporcionada a un jugador, bien delante de sus compañeros o con la
presencia del público no suelen servir para nada, sino para humillar al jugador
y que no nos de la respuesta que esperamos de él. Si tenemos que corregir o
incluso abroncar a un jugador si es por algo individual, debemos de hacer en un
aparte y separado del grupo. Si corregimos o abroncamos a todo el conjunto
entonces si podemos hacerlo en presencia de todos los jugadores, o en momentos
de intimidad del equipo (en los vestuarios, reuniones especiales, etc).
Debemos
buscar siempre en la relación entrenador-jugador un "trato
humanizado". Se trata de que consigamos "disciplina,
pero con amenidad", en todas las facetas de nuestro trabajo
(entrenamientos, viajes, partidos, etc). A veces se consigue más con el típico
dicho de "palizas con caricias", que,
con cualquier autoritarismo mal entendido, que puede tener un efecto inmediato
incluso positivo, pero que a la larga será lo contrario y seguramente nos
cargaremos la conexión y la unión tan importante que debe haber entre los
miembros que conforman un equipo.
Si
queremos conseguir éxitos en nuestra labor cómo entrenadores no podremos
hacerlo nunca si no contamos con los jugadores, los entrenadores dependemos
fundamentalmente de ellos, por eso es tan importante "formar un
todo con los jugadores", es decir lo que siempre se
oye decir cómo tópico de "formar piña".
Todos
los que nos dedicamos a la enseñanza de cualquier deporte, en este caso el
baloncesto, debemos tener clara la importancia que tiene nuestro trabajo, tanto
en el aspecto físico, técnico, táctico cómo en el psicológico y social. para
que nuestro trabajo sea provechoso tenemos que tener siempre presentes unas
premisas fundamentales como son: una gran dedicación, un estudio
constante y actualizado y una gran humanización en el trato en todas nuestras
actuaciones.