JAVI SALGADO: De la EBA a la ACB con IURBENTIA

De Santutxu para ser exacto. A tiro de piedra de Iñaki Perurena de La Casilla. El chico del pueblo, como lo catalogó con acidez Ciorciari, es el escudo del iurbentia y uno de los mejores bases de la ACB.

La progresión de Salgado va enganchada a la de un equipo que pasó de jugarse el descenso en la EBA a clasificarse para la Copa y el playoff de la ACB en ocho años. "Cuando vienes de jugar en pueblos, en esos campos sin gente, y te dicen que viene el Madrid, el Tau, el Barça... valoras más todo y por eso celebramos igual una victoria contra el Menorca que otra contra el Tau, sabemos lo que cuesta estar en la ACB", dice este prototipo de vecino que potea con la cuadrilla siempre y conserva la novia de su adolescencia. Un chico fiel.
"Hijo" de Vidorreta
Javi es el paradigma del tópico, la extensión del entrenador en la pista. Dirije como tal --5.2 asistencias, el 3° de la ACB-- y no se esconde para anotar (11.4) en un bloque que hace de la defensa la clave de su éxito ("Si te meten ochenta cada noche, bajas seguro", advierte) y ajusta al máximo sus posesiones.

Estilo griego al pil-pil. Apurar los 24 segundos hace esencial tener un base pillo, que saque faltas (4.1) o anote sobre la bocina, como aquel triple ante el Bruesa que selló la permanencia hace dos años. "Uno de cada dos bajan al primer o segundo año. El primero nos salvamos en el penúltimo y al siguiente en el último. El secreto ha sido creer en la fuerza del bloque, evitar los egoísmos, tener ocho tíos involucrados. Porque luce más estar arriba que hacer números. El que no lo ha entendido se marchó pronto". ¿Está claro? Y lanza un consejo al CAI: "Tienen que ver dónde están y ser humildes, no vivir del pasado, aunque tienen mejor equipo que el nuestro el primer año", apunta y destaca a Garcés. ¡Vaya bloqueos que pone!". Y suspira.
La confianza de Vidorreta es máxima y sale a la vista en los minutos jugados (29.59), no ahora, sino siempre. Solo con Marcelinho Huertas, perdió tiempo un capitán que en ocho años solo se ha perdido dos partidos por una apendicitis.
Su relación con Txus Vidorreta es casi paternal y nace en el cadete del Maristas, ese colegio en el que cateó Calderón. "Ese año el Tau ganó en nuestro frontón y Calderón metió 40 puntos o más. En Vitoria, en el último partido, superamos esa diferencia y fuimos al Campeonato de España. Acabamos cuartos", recuerda Javi, perteneciente a la gloriosa generación del 80, los chicos de oro (Gasol, Navarro, Felipe Reyes, Raül, Calderón...). Él fue uno de los últimos descartes del recordado Mundial júnior de Lisboa. "He tenido la suerte de coincidir con ellos, pero al jugar en un colegio no pude progresar como los que entrenaban en una estructura de club".
Puesto el techo bilbaíno en la EBA su sufrió un destierro de tres años en León. Fue cuando Vidorreta tomó las riendas del club y se acordó de sus fundamentos. Le reclutó para una causa que era suya. "Hago que el equipo juegue y doy fluidez al ataque. Es difícil porque te defiende un tipo grande, no te deja pensar o llevas tres faltas, y siempre debes poner orden, organizar y transmitir esa seguridad". Y así lleva ocho años, jugando al lado de casa, como cualquiera.

Fuente: www.elperiodicodearagon.com