**Germi Cabrita actual jugador de Medacbasket de Primera Nacional y viejo conocido de diversos equipos cordobeses donde militó con gran rendimiento (Montilla, Peñarroya, etc), nos remite este estupendo artículo publicado en el Diario La Opinión de Málaga y escrito por Yiyi del Río y el que nos muestra sus sensaciones y percepciones de forma muy interesante**
Nosotros y yo (Álvaro del Río)
Este pasado fin de
semana he podido asistir como espectador al Campeonato de Andalucía de
Selecciones Autonómicas Minibásket en Estepona, donde nuestros dos
representantes estuvieron en sus respectivas finales. Los chicos ganaron la
suya a Sevilla, mientras las chicas cayeron ante Córdoba, por lo que la
actuación de ambos combinados entrenados por Carlos Almarcha y Javier Vives ha
sido de sobresaliente. Desde aquí mi más sincera enhorabuena a toda la familia
FAB Málaga. Un orgullo pertenecer a ella.
Durante esos tres
intensos días de baloncesto, donde hemos disfrutado de un espectáculo
impresionante, he podido convivir en las gradas con padres, familiares y amigos
que se han acercado hasta el Polideportivo La Lobilla para animar a los suyos.
Mi sensación al término del campeonato no es otra que de miedo, porque no
quiero ni imaginar qué pensarán los padres de mis jugadoras cuando me equivoco
en alguna decisión durante un partido. No es la primera vez que leemos
artículos dedicados a esos «padres entrenadores» que abundan en la base de
nuestro deporte, pero cuando uno vive ciertas situaciones en primera persona es
cuando se da cuenta de que la sociedad se está volviendo loca y que está
perdiendo muchos valores que deberían mantener por el bien de los menores que
practican deporte.
Por mis oídos han
pasado frases como «este entrenador no tiene ni idea», «como fulanita no sea
más chupona no la van a llamar de la Andaluza» o «mi hija no ha jugado lo que
tenía que jugar, por eso han perdido». Siendo testigo de estas afirmaciones,
¡espero que los familiares de mis pupilas no sean tan duros conmigo!
Pienso que estas
actitudes perjudican gravemente a la salud deportiva de sus hijos, más cuando
esas mismas frases que han repetido en las gradas en plena tensión del
encuentro las trasladan a las afueras del pabellón y no tienen ningún problema
en comentarlo con el resto de padres, incluso en presencia de los pequeños.
¿Hasta donde vamos a llegar?
Me dirijo en estas
líneas a todos esos padres que alguna vez han podido tener un «ataque de
entrenador». Ser entrenador de formación es muy difícil. Es tan complicado como
educar a sus hijos en casa, salvando mucho las distancias. Nosotros también
basamos nuestro trabajo en una educación, que conocemos como deportiva. Fomentamos
el buen ambiente en el grupo, el nosotros antes que el yo, el compañerismo, la
responsabilidad, el compromiso… ¿Usted cree que ayuda a nuestro trabajo si lo
que hace o practica el entrenador lo desacredita por no compartir una decisión?
Al igual que a mi
no se me ocurriría juzgar la forma de educar de unos padres, que con sus
aciertos y errores intentarán hacer siempre lo mejor para sus pequeños, a los
entrenadores de formación también nos «duele» que nos desacrediten
constantemente por el hecho de que su pequeño juegue hoy menos que ayer. Hay
que entender que hay otros compañeros con el mismo derecho a jugar y que un
equipo lo componen doce.
No obstante,
aplaudo a todos esos mayores que lo primero que se paran a mirar es si su
pequeño lo ha pasado bien, si se ha divertido. Ya luego se fijan en si el
equipo ha ganado o no, y por último, si su hijo o hija ha jugado. Ni bien ni
mal, simplemente si ha jugado. Al igual que he visto cosas que no me han
gustado, tengo que contar en este pequeño rincón que no todos los padres son
así.
Vivir de este mundo
es complicadísimo. Si hay padres que piensan que sus hijos van a llegar al
estrellato están en su derecho, pero les pediría que miraran a su alrededor y
pensaran si sus críticas a los entrenadores ayudan a la progresión. Ojalá
veamos en un futuro a muchos malagueños en ACB o Liga Femenina, pero eso lo
dirá el tiempo, el trabajo, la ilusión y el empeño que pongan en la causa tanto
ese entrenador que usted critica tanto como ese pequeño jugador al que usted no
le ayuda nada. El deporte tiene cosas tan bonitas como conseguir éxitos, pero
si animamos desde la grada a nuestros hijos, debemos animar sobretodo al
equipo. Ya sabéis, nosotros antes que yo.
FUENTE: Álvaro del Rio (La Opinión de Málaga)
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