**Como lo prometido es deuda os pongo el post que he rescatado del blog correspondiente a diciembre que podéis ver a continuación:
¿TENEMOS DE VERDAD UN EQUIPO?
A menudo nos encontramos situaciones en los equipos deportivos que se repiten una y otra vez y en ocasiones los árboles no nos dejan ver el bosque.
Muchos piensan que tener un equipo ideal en baloncesto lo puede tener cualquiera, es cuestión de tener un gran presupuesto, tirar de talonario y fichar a los mejores jugadores. La historia del deporte está llena de fracasos de grandes equipos que con mucho presupuesto y fichando a los mejores “nombres” del momento, se quedaron en casi nada y nunca fueron un auténtico equipo.
Una frase manida y que se lee a menudo es la de “queremos un equipo de hombres y no de nombres”, en este sentido se le da a la palabra hombre la connotación que todos conocemos de “echarle…”
Otra situación que se da muy a menudo en los equipos de baloncesto, es el grito de guerra que suelen usar muchos equipos cuando los jugadores hacen un corrillo antes de los partidos o en momentos puntuales tras finalizar un tiempo muerto en el que gritan la palabra “equipo”, en este sentido se le da a dicha palabra la connotación de “unión, piña, todos a una”.
La formación real del concepto de equipo se construye poco a poco, no es algo que se tiene de la noche a la mañana, se construye dentro y fuera del campo y en ello tienen mucho que ver además de los protagonistas, el staff técnico, los directivos y yo casi me atrevería a decir que hasta la afición. Se empieza a construir con la elección de los jugadores que forman la plantilla, con el feeling que se establezca con el cuerpo técnico en los entrenos y partidos, con tantos momentos de viajes (autocar, hoteles, concentraciones, etc).
Hay claves que son imprescindibles para que se pueda formar un auténtico equipo, lo que diferencia a unos equipos de otros es “el grado de cohesión” entre sus componentes, cuanto mas alto sea mucho mas lejos se llegará. Cuando digo cohesión no me refiero exclusivamente a los jugadores, ahí entra también el cuerpo técnico, dirección deportiva, etc, etc.
Otro aspecto importante es que los jugadores y técnicos se sientan orgullosos de pertenecer a ese equipo, que se sientan partícipes del proyecto, a eso le llamamos “identificación”, generalmente los jugadores de la tierra suelen estar identificados con los colores del equipo, pero tenemos que lograr que todos los demás también se identifiquen.
Otra cuestión esencial es conseguir que el jugador sea capaz de poner lo individual al servicio del equipo, que no sea egoísta y busque sus estadísticas personales, sino las estadísticas de equipo, esto os puedo asegurar que no es fácil de conseguir en todos los casos, estoy aburrido de estar en vestuarios que tras acabar un partido y perder se observan caras tristes por la derrota y sin ganas de hablar, mientras otros compañeros apenas salen de la ducha están pidiendo ver las estadísticas. A esto le llamamos “solidaridad”, con los compañeros, con los objetivos, en definitiva con el proyecto común.
En un auténtico equipo por encima de las diferentes variables que pueda tener, las metas deben ser comunes y consensuadas entre todos, pero tenemos que saber marcarnos adecuadamente esas metas, pueden ser exigentes y difíciles pero realistas y alcanzables, es la única forma de que haya “compromiso” de todos los miembros del equipo. Si no hay una auténtica “implicación” de todos será muy difícil salir a la cancha y aunar esfuerzos y voluntades.
Pero si nos comprometemos y nos implicamos no podemos olvidar que paralelamente esto significa “corresponsabilizarse” y repartir responsabilidades, culpas, fracasos y éxitos.
Pero cuando se ve el significado auténtico de la palabra equipo, es en “la forma como se reacciona ante la adversidad”, ahí es donde mas se aprecian las virtudes de un equipo, de sus jugadores, de sus entrenadores y de sus dirigentes. En las victorias todo son parabienes y palmaditas, estamos cansados de ver en las derrotas esos momentos terribles que todos llamamos “la soledad del entrenador”, momentos en que los dedos acusadores siempre van en la misma dirección, por parte de la prensa, de los directivos, de la afición e incluso de algunos jugadores egoístas que suelen por detrás y sin dar la cara (para salvar su pellejo en la mayoría de los casos), echarle la responsabilidad a otros sin mirar lo mas mínimo hacia si mismos.
A mí en los partidos me gusta mucho mirar en la dirección de los banquillos, las reacciones de los jugadores, de los entrenadores, hasta de los ayudantes, fisios, etc. Me gusta fijarme en como reaccionan los jugadores ante los cambios, como salen de los tiempos muertos, como dialogan con su entrenador, etc. Todo esto me da muchas pautas y pistas de como puede funcionar un equipo y de cómo se pueden unir en momentos claves.