"Hoy domingo aparece publicada en el Día de Córdoba una entrevista que me hace su Redactor Jefe de Deportes (Paco Merino), dentro de la seríe titulada "El Color del Cristal" en la que cada semana se entrevista a alguna persona relacionada con el deporte cordobés.La entrevista sale con el titular de "Igual esta crisis viene bien para que el baloncesto regrese a sus orígenes", entendida esta frase como que la crisis puede hacer que se mire mas a la cantera y al jugador local, ya que en los últimos tiempos la presencia de tanto jugador foráneo ha encarecido bastante el presupuesto de los equipos".
Entrevista completa a E. Burgos (Por Paco Merino) Hubo un tiempo lejano en el que el baloncesto era un estilo de vida, una declaración de intenciones en un país futbolizado que miraba con una mezcla de extrañeza y conmiseración a aquellos chavales desgarbados que llevaban una pelota bajo un brazo y una pila de libros en el otro.
Más allá de las modas, de las zapatillas con cámara de aire y los pantalones anchos de una NBA que por entonces tenía un aire mágico y casi clandestino -a veces, alguien tenía la suerte de recibir un número atrasado de una revista americana en la que se veía a los hombres volar; no había vídeos-, el baloncesto era un deporte de patio de colegio.
Ahí estuvo Eduardo Burgos Luque (Córdoba, 1953), que se manejaba con idéntica pericia en la cancha y en las aulas. "Eran los tiempos gloriosos, en los que teníamos la ilusión de la juventud y la capacidad para hacer de todo", rememora. Él se lo tomó al pie de la letra. Llegó a ser simultáneamente jugador, entrenador y árbitro, una circunstancia que en aquellos tiempos se admitía "porque éramos pocos", con la salvedad de que "no podías arbitrar en la misma categoría en la que jugaras".
Jugó en el equipo de Magisterio, en el Córdoba OJE -"fui distinguido en 1972 como el mejor de la liga", apunta con orgullo-, en el Dosa y en el Maristas, en el que experimentó la transición hacia el banquillo, donde se ha convertido en un clásico. Ya sea puliendo a jóvenes talentos en la cantera o en ligas federadas con el Pozoblanco o el Peñarroya.
"Un entrenador lo es independientemente del equipo que lleve, sea uno de infantiles o uno de profesionales", resalta con un tono didáctico que no es impostado, sino tan natural como su pasión por un deporte del que no es capaz -ni lo intenta- de desengancharse. Ahora dedica horas a actualizar su más que recomendable blog -www.viveelbasket.blogspot.com-, una "deliciosa prisión" en la que llega a recibir casi mil visitas al día. "Es increíble los contactos que puedes tener", explica un hombre que no ha perdido la capacidad de ilusionarse. Ése es el auténtico elixir de la eterna juventud. Desde dentro, con tono crítico pero siempre con argumentos razonables y alejados de la visceralidad, Burgos ve el futuro del baloncesto cordobés con "preocupación", pero al mismo tiempo con la sensación de que de las dificultades pueden hacer germinar "la imaginación y el esfuerzo, que son la base de cualquier proyecto tanto en el deporte como en la vida".
-¿La crisis va a matar al baloncesto?
Podría parecer que sí. De hecho, me entristece profundamente ver cómo hay muchos clubes que han tenido que renunciar a una categoría superior por falta de medios económicos, como el Montilla, el Pozoblanco o el mismo Unión Córdoba. Quiero pensar que eso no es una desaparición, sino una posición sensata para volver con más fuerza cuando las circunstancias sean mejores.
-¿Porque potencial deportivo hay suficiente?.
-Siempre lo ha habido. De la cantera de Córdoba siempre han surgido buenos jugadores, y también hay una buena remesa de entrenadores, desde los que somos algo más veteranos a las nuevas generaciones. La gente sale preparada, pero lo cierto es que hay pocas salidas en Córdoba para entrenadores nacionales. Y, como salida profesional, nulas.
-Hay material humano, pero falta dinero. ¿Es una excusa eterna? ¿No se puede hacer nada?-Siempre se puede hacer algo, pero debe ser una tarea común. Si hay que apretarse el cinturón, que lo hagan todos, desde los directivos a los jugadores, pasando por la Federación. No es lógico que los gastos de inscripción y fichas sean los que son si hay menos dinero. Eso ahoga a los clubes y muchos tienen que desaparecer. -¿Cómo ve el proyecto del Cajasur Córdoba 2016?
-Es ilusionante, porque es lo que todo el mundo veía más adecuado en la situación que había. Un proyecto único, una fusión para hacer un club más fuerte y consolidado. Pero, al menos desde fuera, no se aprecia que exista esa unidad de criterio. Precisamente cuando una entidad está naciendo es cuando todos tienen que ir a una. Y eso, ya digo, viéndolo como espectador, me parece que no se está produciendo.
-Y en lo deportivo....
La plantilla no me disgusta, pero quizá se está viendo que la categoría es más fuerte de lo esperado. El equipo se ha metido en una línea dura, con muchas derrotas al principio, y tendrá que ser fuerte para salir adelante. El objetivo tiene que ser la permanencia.
-Un mal desenlace sería fatal.
Es que el baloncesto de Córdoba se juega mucho con este proyecto. En el primer partido me gustó que fuera tanta gente a Vista Alegre, se detectó ilusión. Pero, claro, si el equipo pierde, ya va disminuyendo la asistencia en las gradas. La afición se ilusiona con buen juego y, sobre todo, con victorias.
-¿Le ha quedado la espina clavada de no haber entrenado al primer equipo de la ciudad?
Quien diga que eso no le gustaría está mintiendo. A mí me hubiese gustado estar pero en su momento, hace ya bastante, me hicieron una oferta que fue muy poco interesante, más allá del dinero. Y ahí quedó el asunto. Lo que me fastidia es que, cuando ha habido capacidad económica, siempre se ha pensado en gente de fuera. A los de casa sólo recurren para tiempos de crisis.