Bill Murray se levantaba
experimentando lo mismo cada día: sonaba la misma canción en el despertador, se encontraba con
la misma gente en el hotel cutre en el que se hospedaba, un tipo le decía “eh, te conozco”
y más cosas por el estilo. Luego se acostaba y al día siguiente la vida seguía igual. Pues eso es
lo que parecen experimentar los jugadores de Aceitunas Fragata Morón cuando juegan fuera de
casa: errores absurdos, equipos que hacen el partido de su vida y derrotas, definitivas,
extrañas contra equipos que no atravesaban su mejor momento. Por una vez, el tercer cuarto
estuvo a favor del equipo moronense, pero el resto de periodos no mostraron la misma solvencia
para un equipo que tiene dependencia hogareña.
El primer cuarto estuvo
marcado por el gran acierto del equipo local en los triples y la falta de puntería Aceitunas Fragata
Morón. Empezaba bien el partido para los de Rafa Rufián, pero los madrileños se aferraban a su
gran arma, el tiro exterior. Había un intercambio de golpes que permitía cierta competitividad
en el marcador, pero se notaba la mayor facilidad de los locales para anotar desde fuera.
También, por qué no decirlo, había más permisividad en los contactos. Sin ir más lejos,
al descanso la diferencia era de 5-14. Cinco contra catorce. Nueve faltas más para Aceitunas
Fragata Morón. Curioso. Aun así, el equipo competía, pero se iba al primer cuarto con 6 puntos de
diferencia. 26-20.
En los segundos diez minutos,
el equipo de Rafa Rufián luchaba por no despegarse del partido, pero el arbitraje y la falta
de acierto en ataque lastraban mucho las aspiraciones. Una cosa: lloriquear es deleznable, pero
negar lo evidente es de estar ciegos. Imposible competir de igual a igual con esa diferencia de
criterios. De todos modos, el equipo visitante no podía frenar el frenesí desde el exterior de
los madrileños, que tenían el cielo abierto a pesar de las defensas tan importantes del equipo
moronense. Costaba a los jugadores poder hacer daño a la escuadra canoísta y, además,
parar esa ofensiva local. Al descanso, Real Canoe mandaba de doce en el marcador, 49-37
Arranque espectacular del
Aceitunas Fragata Morón con un 2-12 de parcial. Impresionante respuesta de los de Rafa
Rufián aferrados a la mejor arma del Real Canoe, el tiro exterior. Pero ellos tampoco sufrían una baja
en ese sentido, y el partido seguía, a pesar de la reacción moronense, en manos de los
madrileños. Pero ni la reacción de los locales al gran arranque de Aceitunas Fragata Morón servía
para mantener esa ventaja clara con la que se iban al descanso. No es lo mismo
mandar de 12 que de 7 al descanso y ese era el consuelo de Real Canoe, que se iba al último
periodo con 68-61 en el marcador. En el cuadro de Rafa Rufián la mala noticia era la lesión de
Alejandro Rodríguez, que dejaba con menos efectivos al Aceitunas Fragata Morón para los 10
minutos finales.
Aun así, Real Canoe se ponía
de nuevo las pilas en el inicio del último cuarto. Regresaba en los primeros compases la ventaja
al más doce con 8:50 por jugar. Tiempo muerto del Aceituna Fragata Morón para poder
romper con esa mala racha. ¿Cuál? Pues la que quieran: o bien la de este cuarto o la de derrotas
seguidas fuera de casa sin parar. Está muy bien dar espectáculo en casa, pero no competir fuera
con solvencia al 12º es para hacérselo mirar. Sí es verdad que lo que ahora llaman intangibles no
estuvieron de parte de Aceitunas Fragata Morón, pero es muy extraño que los mismos
jugadores que en casa dan el gran show fuera se transforman en un equipo distinto. No se puede
depender siempre de Cheick Conde y Ted Hinnenkamp si los demás no tienen el día.
Pelearon hasta el final, pero las canastas entraban en el lado contrario.
Al final, una nueva derrota
fuera de casa y el equipo necesita agarrarse al factor Alameda para poder tener opciones, en esta
primera vuelta, de quedar arriba. 92-79 y a esperar a que Cambados caiga en el Pabellón
Alameda .
Comunicado de Juan Luis Mármol