El
Real Madrid vuelve a estar en la final de la Copa de Europa. Ahí, mañana, se
encontrará con el Fenerbahçe del Zeljko Obradovic, un duelo ya clásico en las
últimas temporadas
El Madrid ha adquirido una regularidad
extraordinaria y que es más valorable si se cuenta con las enormes dificultades
de la actual temporada. Cuesta encontrar un jugador en la plantilla de Laso que
no haya estado lesionado o fuera del equipo durante un periodo estimable. Ya lo
dijo Ayón a Movistar + nada más acabar el partido: «La victoria tiene mucho
mérito por todo lo que hemos vivido durante el año». Y luego ofreció la clave de
la mentalidad con la que ha llegado el grupo a Belgrado. «No hemos ganado nada
todavía».
(Los jugadores del Real Madrid celebran una canasta encestada ante el CSKA / Reuters)
El Real Madrid ha alcanzado la Final Four en
el mejor momento del curso. No sólo físicamente, ya que salvo a
Kuzmic, Laso tiene a toda la plantilla disponible, también en el plano anímico.
La dureza que ha adquirido el bloque con todos los contratiempos no tiene nada
que ver con el espíritu con que llegó a Estambul a estas alturas de temporada
el año pasado. Y eso que el CSKA arrancó ayer mucho mejor que los blancos.
Los rusos son la mejor máquina anotadora continental en las
últimas temporadas. No tienen muchos misterios porque tampoco los necesitan.
Pero el Madrid supo domar a un ataque que si en el primer cuarto se fue hasta
los 30 puntos en los dos siguientes sólo fue capaz de sumar 26. A la tensión
defensiva y la escasez de rotaciones cuando el equipo mejor estaba atrás, el
Madrid añadió tres minutos en los que provocó el pánico en los rusos.
El CSKA había arrancado a lo grande con
Higgins y De Colo generando infinidad de problemas. Campazzo
maniató al Chacho, pero la defensa y el ritmo del partido estaban en manos de
los rusos hasta que llegaron unos de esos minutos en los que el Madrid se
convierte en una tormenta perfecta. El show empezó desde la línea de tres. Carroll,
en dos ocasiones, Llull, Causeur y Thompkins firmaron cinco triples en otros
tantos ataques en apenas tres minutos. El disparate se tradujo en un parcial de
4-17 nada más empezar el segundo cuarto. A los rusos se les vino el mundo abajo
de repente. «La racha de triples en el segundo cuarto nos ha descolocado un
poco», confesó después el Chacho. Su noche fue la peor de la temporada desde
que llegó a Moscú a finales del verano pasado. Si Campazzo le incomodó al
principio, el resto de emparejamientos con los que se topó le hicieron la vida
imposible. Taylor –enorme su partido atrás una vez más–, Llull y Carroll
convirtieron su noche en un tormento.
La otra referencia exterior del CSKA, De Colo,
tampoco vivió cómodo. La mayoría de sus puntos llegaron cuando
el Madrid ya tenía casi resuelta la semifinal. Sí porque por increíble que
parezca, los de Laso manejaron los últimos minutos como si se fuera un día
cualquiera. A tres del final las diferencias eran tranquilizadoras (73-81) y de
ahí ya no bajaron.
El festival anotador desde el exterior en el segundo cuarto
estuvo acompañado por una defensa monumental en la que hubo muchos elementos
con un papel protagonista. Doncic, Causeur, Taylor, Reyes y Ayón fueron el muro
atrás que desequilibró el partido cuando la igualdad dominaba todo al descanso
(46-47). El Madrid fue capaz de dejar el arsenal ofensivo de los rusos en sólo
cinco puntos en los siete primeros minutos del tercer cuarto. Ni por dentro ni
por fuera encontró espacio el talento del CSKA.
El Chacho y De Colo vivieron
agobiados. La soltura de Higgins desapareció y sólo Hines y
Clyburn generaron dificultades a un equipo que gobernó los dos últimos cuartos
con una autoridad indiscutible gracias al trabajo del grupo. En los segundos 20
minutos no hubo ningún elemento que desafinara. Fue una victoria coral que hizo
olvidar un preocupante porcentaje desde la línea de tiros libres (22/36 para un
61%).
FUENTE: Mariano Ruíz (www.larazón.es/Deportes)