He dedicado mas de cuarenta años al deporte del baloncesto y aunque la memoria algunas veces me juega alguna mala pasada, he querido recordar situaciones que he vivido en el mundo del basket (como jugador, como árbitro, como entrenador, como dirigente, etc) y que cuanto menos son curiosas de recordar, posiblemente ustedes también tengan algunas otras que por supuesto si lo desean pueden enviar al blog y yo con mucho gusto las publicaré:
En baloncesto un punto te lleva del desastre a la gloria y he vivido situaciones de ese tipo en los dos sentidos, los protagonistas que menciono en estos ejemplos lo pueden atestiguar.
A favor:
-Canasta triple del base Antonio Ávila en un partido de Liga EBA jugando en Pozoblanco ante Unicaja que nos dió la victoria por un punto (temporada 1995-96).
-Dos tiros libres del base Felipe García a falta de un segundo que dieron la victoria a Peñarroya en partido de Liga EBA frente a Cajasur Córdoba en la temporada 2003-2004.
-Un tiro libre de Manolo Camacho en el partido Pozoblanco-Chipiona de Primera Nacional con el reloj a cero y que nos dió el pase a la fase de Ascenso a Liga EBA (1994-95).
-Siendo yo jugador del Córdoba Oje (posteriormente Juventud Córdoba y después Cajasur Córdoba), anoté dos tiros libres con el reloj a cero ante un equipo que se llamaba Monte de Piedad que nos hicieron pasar a jugar la Final de la Liga Provincial Sénior Cordobesa, además fue muy emotivo para mí porque varios días antes había fallecido mi padre (creo que él me afinó la puntería desde el cielo), temporada 1971-72 (ha ha llovido un poco).
En contra:
-Un partido de un Intersector jugado en el Pabellón de los Hermanos Maristas de Málaga en el que a falta de 3 segundos un equipo de Mallorca sacó de banda y anotó una canasta que nos dejó fuera de ir al Campeonato de España con Maristas Cadetes (temporada 1983-84).
2) Anotar o recibir un triple desde el campo contrario
Recuerdo dos situaciones favorables y dos en contra todas ellas siendo entrenador:
A favor:
-Canasta de Javi Muñoz desde medio campo en un partido de Liga EBA (Peñarroya-Badajoz) (temporada 2004-2005).
-Canasta de Pichi Arévalo en un partido de infantiles jugado ante Maristas de Huelva (1980-81).
En contra:
-Triple del pívot Alberto García-Cuevas en un partido de Liga EBA entre Peñarroya y Montilla.
-Triple desde medio del campo en una fase de Sector Juvenil masculina jugada en la Universidad Laboral de Córdoba siendo entrenador de Maristas de Córdoba ante el campeón representante de Sevilla. Ese detalle nos hizo pasar como segundos de grupo y en el cruce enfrentarnos a un rival mas complicado que nos eliminó.
Pero, ¿que efectos psicológicos producen estas acciones?
Cuando es a nuestro favor y ganamos in extremis la alegría mas desbordante se apodera de todos nosotros, el equipo vive un momento mágico, si estamos en nuestra cancha la grada explota de entusiasmo, la ilusión se refleja en todos los rostros, se llegan a momentos de euforia que siempre quedarán grabados en nuestra mente y nuestras retinas y se dan por buenos todos los esfuerzos, sinsabores y sacrificios que se realizan en los entrenamientos y en nuestras rutinas diarias respecto al baloncesto.
Ese fin de semana suele ser especial y muchos lo califican de largo, tenemos ganas de ver baloncesto y no nos importa ver el vídeo todas las veces que hagan falta. Estamos deseando que llegue el primer entrenamiento de la semana y todos llegamos al mismo con ganas inusitadas.
Esto es verdaderamente divino y espectacular pero al mismo tiempo peligroso, ya que corremos el peligro de regodearnos en el triunfo y que con nuestro exceso de euforia "los árboles no nos dejen ver el bosque" y pensemos que ya está todo hecho, que somos estupendos y que siempre vamos a ganar de esa manera en situaciones parecidas, nada mas lejos de la realidad. Pero lo conseguido ya no nos lo quitará nadie y como se dice en el argot andaluz ¡que nos quiten los bailaos!
Cuando es en nuestra contra sucede el efecto contrario y la tristeza nos invade, no se nos va de la cabeza la última jugada y nos sentimos responsables de todo (especialmente si eres el entrenador), que si tenía que haber pedido tiempo muerto, que sí tenía que haber hecho otros cambios, que si no elegí al hombre adecuado para decidir, que si no mentalicé adecuadamente a la gente, que si no ordené la jugada precisa, etc, etc.
Esa noche posiblemente apenas peguemos ojo, se nos quitarán las ganas de ver baloncesto por un tiempo, posiblemente veamos el vídeo del partido con rabia y desasosiego pero somos profesionales y no tenemos mas remedio que analizar los fallos y corregir los errores (es nuestro sino y nuestra droga para lo bueno y para lo malo), a lo mejor cae algún cigarrillo para templar los ánimos o alguna copita para no pensar y olvidar, daremos mil vueltas en la cama, nuestra pareja y amigos notarán en nuestra mirada que estamos ausentes, nos echaremos la culpa de todo y estaremos por los suelos, es lo que se conoce como "la soledad del entrenador"
Pero como entrenadores sabemos que el baloncesto nos da cada semana la oportunidad de levantarnos y enseguida nos mentalizaremos de que llega un próximo partido y posiblemente ante un mal resultado es cuando mas atención se presta a los errores y mas soluciones buscamos para incorporarlas a los entrenamientos.
Esto está bien pero corremos el riesgo de querer cambiar demasiadas cosas a la vez y romper la programación que llevamos dando bandazos inadecuados y ello lo captan los jugadores que enseguida se dan cuenta de que hemos cambiado nuestros principios y nuestras ideas por un mal resultado, sin darnos cuenta podemos crearles desconfianza en nuestro trabajo, por ello ante una derrota debemos reaccionar analizándola pero no desestimando todo nuestro trabajo anterior, se corrige algún matiz o algún detallle necesario y se sigue con nuestra filosofía de juego, que el jugador no vea en nosotros un entrenador veleta sino un entrenador preocupado en su justo término, con plena convicción en sus objetivos y en su estilo de juego, pero al mismo tiempo lo suficientemente flexible como para cambiar algún aspecto de juego que ayude a mejorar al equipo.
Los jugadores tambien sufren y padecen efectos negativos cuando se producen derrotas de este tipo, son humanos y también se comen la cabeza aunque quizás lo ven mas en el plano individual que en el colectivo, psicológicamente también se ven afectados y les cuesta reanudar la semana de entrenamientos, por ello programar un entrenamiento algo diferente que huya de la monotonía en la vuelta al trabajo puede ser muy interesante y meterlos de lleno en una nueva dinámica que lo mas pronto posible les haga olvidarse de la derrota y pensar rápidamente en el siguiente partido.
El análisis de la derrota o de la victoria en el vestuario debe de realizarse bajo un prisma colectivo y hablaremos de fallos del equipo o de aciertos del equipo y no centrarnos demasiado en el jugador que falló el último tiro (no tenemos que señalarlo), ni en el jugador que anotó el último tiro (no debemos endiosarlo).
Pero, ¿que efectos psicológicos producen estas acciones?
Cuando es a nuestro favor y ganamos in extremis la alegría mas desbordante se apodera de todos nosotros, el equipo vive un momento mágico, si estamos en nuestra cancha la grada explota de entusiasmo, la ilusión se refleja en todos los rostros, se llegan a momentos de euforia que siempre quedarán grabados en nuestra mente y nuestras retinas y se dan por buenos todos los esfuerzos, sinsabores y sacrificios que se realizan en los entrenamientos y en nuestras rutinas diarias respecto al baloncesto.
Ese fin de semana suele ser especial y muchos lo califican de largo, tenemos ganas de ver baloncesto y no nos importa ver el vídeo todas las veces que hagan falta. Estamos deseando que llegue el primer entrenamiento de la semana y todos llegamos al mismo con ganas inusitadas.
Esto es verdaderamente divino y espectacular pero al mismo tiempo peligroso, ya que corremos el peligro de regodearnos en el triunfo y que con nuestro exceso de euforia "los árboles no nos dejen ver el bosque" y pensemos que ya está todo hecho, que somos estupendos y que siempre vamos a ganar de esa manera en situaciones parecidas, nada mas lejos de la realidad. Pero lo conseguido ya no nos lo quitará nadie y como se dice en el argot andaluz ¡que nos quiten los bailaos!
Cuando es en nuestra contra sucede el efecto contrario y la tristeza nos invade, no se nos va de la cabeza la última jugada y nos sentimos responsables de todo (especialmente si eres el entrenador), que si tenía que haber pedido tiempo muerto, que sí tenía que haber hecho otros cambios, que si no elegí al hombre adecuado para decidir, que si no mentalicé adecuadamente a la gente, que si no ordené la jugada precisa, etc, etc.
Esa noche posiblemente apenas peguemos ojo, se nos quitarán las ganas de ver baloncesto por un tiempo, posiblemente veamos el vídeo del partido con rabia y desasosiego pero somos profesionales y no tenemos mas remedio que analizar los fallos y corregir los errores (es nuestro sino y nuestra droga para lo bueno y para lo malo), a lo mejor cae algún cigarrillo para templar los ánimos o alguna copita para no pensar y olvidar, daremos mil vueltas en la cama, nuestra pareja y amigos notarán en nuestra mirada que estamos ausentes, nos echaremos la culpa de todo y estaremos por los suelos, es lo que se conoce como "la soledad del entrenador"
Pero como entrenadores sabemos que el baloncesto nos da cada semana la oportunidad de levantarnos y enseguida nos mentalizaremos de que llega un próximo partido y posiblemente ante un mal resultado es cuando mas atención se presta a los errores y mas soluciones buscamos para incorporarlas a los entrenamientos.
Esto está bien pero corremos el riesgo de querer cambiar demasiadas cosas a la vez y romper la programación que llevamos dando bandazos inadecuados y ello lo captan los jugadores que enseguida se dan cuenta de que hemos cambiado nuestros principios y nuestras ideas por un mal resultado, sin darnos cuenta podemos crearles desconfianza en nuestro trabajo, por ello ante una derrota debemos reaccionar analizándola pero no desestimando todo nuestro trabajo anterior, se corrige algún matiz o algún detallle necesario y se sigue con nuestra filosofía de juego, que el jugador no vea en nosotros un entrenador veleta sino un entrenador preocupado en su justo término, con plena convicción en sus objetivos y en su estilo de juego, pero al mismo tiempo lo suficientemente flexible como para cambiar algún aspecto de juego que ayude a mejorar al equipo.
Los jugadores tambien sufren y padecen efectos negativos cuando se producen derrotas de este tipo, son humanos y también se comen la cabeza aunque quizás lo ven mas en el plano individual que en el colectivo, psicológicamente también se ven afectados y les cuesta reanudar la semana de entrenamientos, por ello programar un entrenamiento algo diferente que huya de la monotonía en la vuelta al trabajo puede ser muy interesante y meterlos de lleno en una nueva dinámica que lo mas pronto posible les haga olvidarse de la derrota y pensar rápidamente en el siguiente partido.
El análisis de la derrota o de la victoria en el vestuario debe de realizarse bajo un prisma colectivo y hablaremos de fallos del equipo o de aciertos del equipo y no centrarnos demasiado en el jugador que falló el último tiro (no tenemos que señalarlo), ni en el jugador que anotó el último tiro (no debemos endiosarlo).