Pero, ¿que efectos psicológicos producen estas acciones?
Cuando es a nuestro favor y ganamos in extremis la alegría mas desbordante se apodera de todos nosotros, el equipo vive un momento mágico, si estamos en nuestra cancha la grada explota de entusiasmo, la ilusión se refleja en todos los rostros, se llegan a momentos de euforia que siempre quedarán grabados en nuestra mente y nuestras retinas y se dan por buenos todos los esfuerzos, sinsabores y sacrificios que se realizan en los entrenamientos y en nuestras rutinas diarias respecto al baloncesto.
Ese fin de semana suele ser especial y muchos lo califican de largo, tenemos ganas de ver baloncesto y no nos importa ver el vídeo todas las veces que hagan falta. Estamos deseando que llegue el primer entrenamiento de la semana y todos llegamos al mismo con ganas inusitadas.
Esto es verdaderamente divino y espectacular pero al mismo tiempo peligroso, ya que corremos el peligro de regodearnos en el triunfo y que con nuestro exceso de euforia "los árboles no nos dejen ver el bosque" y pensemos que ya está todo hecho, que somos estupendos y que siempre vamos a ganar de esa manera en situaciones parecidas, nada mas lejos de la realidad. Pero lo conseguido ya no nos lo quitará nadie y como se dice en el argot andaluz ¡que nos quiten los bailaos!
Cuando es en nuestra contra sucede el efecto contrario y la tristeza nos invade, no se nos va de la cabeza la última jugada y nos sentimos responsables de todo (especialmente si eres el entrenador), que si tenía que haber pedido tiempo muerto, que sí tenía que haber hecho otros cambios, que si no elegí al hombre adecuado para decidir, que si no mentalicé adecuadamente a la gente, que si no ordené la jugada precisa, etc, etc.
Esa noche posiblemente apenas peguemos ojo, se nos quitarán las ganas de ver baloncesto por un tiempo, posiblemente veamos el vídeo del partido con rabia y desasosiego pero somos profesionales y no tenemos mas remedio que analizar los fallos y corregir los errores (es nuestro sino y nuestra droga para lo bueno y para lo malo), a lo mejor cae algún cigarrillo para templar los ánimos o alguna copita para no pensar y olvidar, daremos mil vueltas en la cama, nuestra pareja y amigos notarán en nuestra mirada que estamos ausentes, nos echaremos la culpa de todo y estaremos por los suelos, es lo que se conoce como "la soledad del entrenador"
Pero como entrenadores sabemos que el baloncesto nos da cada semana la oportunidad de levantarnos y enseguida nos mentalizaremos de que llega un próximo partido y posiblemente ante un mal resultado es cuando mas atención se presta a los errores y mas soluciones buscamos para incorporarlas a los entrenamientos.
Esto está bien pero corremos el riesgo de querer cambiar demasiadas cosas a la vez y romper la programación que llevamos dando bandazos inadecuados y ello lo captan los jugadores que enseguida se dan cuenta de que hemos cambiado nuestros principios y nuestras ideas por un mal resultado, sin darnos cuenta podemos crearles desconfianza en nuestro trabajo, por ello ante una derrota debemos reaccionar analizándola pero no desestimando todo nuestro trabajo anterior, se corrige algún matiz o algún detallle necesario y se sigue con nuestra filosofía de juego, que el jugador no vea en nosotros un entrenador veleta sino un entrenador preocupado en su justo término, con plena convicción en sus objetivos y en su estilo de juego, pero al mismo tiempo lo suficientemente flexible como para cambiar algún aspecto de juego que ayude a mejorar al equipo.
Los jugadores tambien sufren y padecen efectos negativos cuando se producen derrotas de este tipo, son humanos y también se comen la cabeza aunque quizás lo ven mas en el plano individual que en el colectivo, psicológicamente también se ven afectados y les cuesta reanudar la semana de entrenamientos, por ello programar un entrenamiento algo diferente que huya de la monotonía en la vuelta al trabajo puede ser muy interesante y meterlos de lleno en una nueva dinámica que lo mas pronto posible les haga olvidarse de la derrota y pensar rápidamente en el siguiente partido.
El análisis de la derrota o de la victoria en el vestuario debe de realizarse bajo un prisma colectivo y hablaremos de fallos del equipo o de aciertos del equipo y no centrarnos demasiado en el jugador que falló el último tiro (no tenemos que señalarlo), ni en el jugador que anotó el último tiro (no debemos endiosarlo).
Sin duda Eduardo, experiencias que han de ser compartidas, para un aprendizaje continuo, sea cual sea la edad que tengas. Un saludo y de paso desearte unas felices fiestas!
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