Las personas que nos hemos dedicado a entrenar a baloncesto, incluso las que actualmente se dedican a ello saben que hay una serie de conceptos que de una manera u otra han ido calando en ellos para llegar a ser los entrenadores que actualmente son o han sido.
Conceptos como vocación, dedicación, motivación, devoción, inspiración y pasión, posiblemente algunos otros mas, siempre han impregnado nuestra forma de hacer o trabajar con los jugadores/as que hayan estado a nuestras órdenes.
He tratado de pensar si para ellos existe un orden determinado pero realmente me resulta muy difícil establecerlo, por poner un ejemplo hay quién partiendo de una dedicación inicial no buscada como objetivo fundamental, ha ido creciendo en motivación y ha tenido con el paso del tiempo vocación y devoción por ejercer de entrenador de baloncesto hasta convertirse en un entrenador apasionado e inspirado y también se da el caso de entrenadores que desde la vocación inicial han pasado a dedicarse a ello. Por tanto yo creo que estos conceptos a veces se presentan solapados y unidos, por eso hablaremos de cada uno de ellos de forma aleatoria y pongan ustedes a cada uno en el orden que para ustedes sea mas conveniente.
En lo referente a mi caso concreto, partí de la dedicación un poco por casualidad como a muchos les ha ocurrido, era jugador senior del club y se me propuso hacerme cargo de un equipo infantil, comencé a entrenar sin saber muy bien si mas adelante me iba a dedicar plenamente a ello o simplemente iba a ser flor de un día como vulgarmente se dice.
El término dedicación era simplemente el acto de de dedicar, emplear o dirigir a un grupo de chavales que querían mejorar como jugadores de baloncesto, de alguna manera me veía como un entrenador que me ponía al servicio de los chavales.
Creo que posiblemente el siguiente concepto que aparecería en mi cabeza sería la motivación, el día a día con los chavales me impulsaba a llevar a cabo ciertas acciones en los entrenamientos y partidos intentando mantener una forma de proceder y de conducirme en ellos para intentar conseguir los objetivos que me iba marcando, cada vez iba teniendo mas interés en el baloncesto y mas ganas de estimular y crecer la voluntad de mis jugadores en aras de que se esforzaran por conseguir jugar mejor y acercarse a sus metas deportivas.
Creo que poco a poco estaba surgiendo la vocación en mi, notaba que mi inclinación y mis intereses hacían plantearme la posibilidad de dedicarme a una determinada forma de vida o trabajo que me estaba llenando como persona y que cada vez se estaba incrustando mas en mí, me gustaba estar al servicio baloncestístico de los chavales y pensaba en formarme de forma continua para mejorar como entrenador, fue la época de leer libros, asistir a cursos, a clinics, suscribirme a revistas de baloncesto, etc. Creo que sinceramente muy ligada a la vocación surgió en mi la devoción porque poco a poco la idea de entrenar era una irresistible atracción que no se iba de la cabeza, de manera que me entregaba cada vez mas en cuerpo y alma a dicha experiencia.
A raíz de arraigarse estos conceptos en mí, como mi cabeza casi solo pensaba en baloncesto (además de en la familia y mi trabajo como maestro), poco a poco noté que crecía en mi la inspiración, notaba como cada vez tenía mas lucidez para ver el juego y eso incrementaba mi creatividad a la hora de buscar ejercicios para entrenar, mejoré mucho en la visión de la táctica individual y de equipo, mi cabeza se llenaba de ataques, defensas, salidas de presión, estrategias, los gráficos en la pizarra me salían casi solos, encontraba siempre diferentes opciones para mejorar la lectura del juego y la concepción de ideas crecía sin parar. La inspiración me daba como una magia que trascendía la fuerza física y mental, la inspiración de alguna manera para mí me hacía tener mas talento, hay por ahí quién decía que la inspiración es como la erupción de un volcán cuando la lava es el talento.
Como resultado de la unión de todos estos conceptos creo que el baloncesto ha desembocado en mi en la pasión, tengo una inclinación demasiado fuerte hacia el baloncesto, es como una afición vehemente que no puedo borrar de mi cabeza por mas que lo intento, vivo y respiro el baloncesto a pesar de mi edad por todos mis poros y con todas mis fuerzas y simplemente me sentiría contento si he conseguido trasladar mi pasión a los jugadores que han pasado por mis manos y también de forma humilde si soy capaz de transmitirla a todos los que de alguna u otra forma me leen.
¡SIN PASIÓN NO MERECE LA PENA DEDICARSE A SER ENTRENADOR!