En la elaboración de un Coñac de gran calidad intervienen varios factores que mantienen entre ellos un gran equilibrio. La doble destilación, el grado de humedad y temperatura constantes, etc., influyen en las propiedades del producto, pero es el envejecimiento durante años en barricas de roble lo que mejora el aguardiente con el paso del tiempo.
Sin prisas, manteniendo unas condiciones óptimas el coñac gana en calidad pero, como contraprestación, pierde alrededor de un tercio en cantidad debido a la evaporación del alcohol. Nada se puede hacer, es algo inevitable que forma parte de la transformación en un gran licor espirituoso.
A ese proceso, a esa volatilidad, se le conoce como PART DES ANGES (LA PARTE DE LOS ÁNGELES). Esa merma es el diezmo, el precio que hay que pagar “a los ángeles” por permitir que lo vulgar se transforme en excelente.
Del mismo modo, a la hora de enseñar baloncesto a los más pequeñ@s, si queremos que sus fundamentos técnicos adquieran una gran calidad y se afiancen, si queremos que sus gestos técnicos desprendan aromas de jugones no podemos tener prisas en su enseñanza. No podemos saltarnos pasos y acelerar su proceso formativo en aras de la victoria, porque al final sólo tendremos jugadores vulgares. Es como querer poner en el mercado un coñac sin el proceso y envejecimiento adecuado; un coñac ramplón, permitidme el símil.
En esta evolución del jugador, como en todo proceso, la implementación de un plan de mejora implica la fijación de unas etapas. Estas etapas vendrán dadas por la edad del jugador y muy especialmente por su dedicación y por sus cualidades físicas e intelectuales.
En el proceso de enseñanza de los fundamentos, deberíamos tener presente una serie de cuestiones:
1º Qué vamos a enseñar. 2º Cómo lo vamos a enseñar. 3º Cuánto tiempo lo vamos a enseñar. 4º Cómo saber si hemos alcanzado el objetivo.
En las primeras etapas en la formación del jugador los entrenadores debemos tener claro que el recorrido será largo y que en el baloncesto de base el resultado de nuestro trabajo diario no lo refleja el marcador del partido del fin de semana, el resultado de nuestro trabajo diario se verá reflejado varios años después y en muchos casos diferirá bastante de los resultados del primero.
El niño más alto de nuestro equipo deberá “echar la pelota al suelo” como uno más aunque eso implique hoy perder balones, porque llegará un día que posiblemente no sea el más alto de su equipo y tendrá que ser él el que bote.
El jugador más habilidoso de nuestro equipo deberá poner la pelota en juego desde el fondo y la banda como otro más, sabiendo que el que va a recibir no es tan hábil con el balón y puede perderlo, porque llegará un día que posiblemente no sea el más habilidoso de su equipo y será él quien tenga que poner la pelota en juego.
El mejor anotador de nuestro equipo debe aprender a sobrellevar que otros compañeros tiren a canasta, aún a costa de perder el partido, porque puede llegar el día que no sea el mejor anotador de su equipo y deberá estar preparado para realizar otras funciones.
Tenemos que entender que en el proceso de la formación del jugador hay que consentir que el jugador intente hacer cosas que no domina pero que entrena. No es sólo que debamos permitir que se atrevan es que debemos animarlos a hacerlo, siempre que lo trabajemos, aunque eso cause la pérdida del balón o de un partido.
En este proceso largo en la formación del jugador que durará años los entrenadores no debemos perder la oportunidad de formar concienzudamente los mejores jugadores posibles, y son esa permisividad, ese animarlos a que se atrevan y esas posibles pérdidas de balón y, tal vez con ello de partidos, la part des anges, LA PARTE DE LOS ÁNGELES que debemos admitir como pago inevitable si queremos que otros disfruten de un jugador del mayor nivel y calidad posibles.
“El fracaso consiste en no persistir, en desanimarse después de un error, en no levantarse después de caer” (Thomas Alva Edison)
Autor: Ángel F. Tripiana @TripiCoach (Entrenador Superior-CV Carmen-Córdoba)