Antonio Conde ha cumplido la cifra de 600 partidos en Liga Endesa en el duelo entre el Barça Lassa y el Tecnyconta Zaragoza de semifinales de Playoff por el título liguero. El colegiado cordobés debutó en la competición en la temporada 2001-02 y, desde entonces, ha pitado grandes eventos, denotando una inmejorable trayectoria en el baloncesto nacional e internacional.
Cuando empezabas en el mundo del arbitraje, ¿podías imaginarte cumpliendo 600 partidos en Liga Endesa?
La verdad es que no, son números que marean un poco (risas) y que dan fe de una trayectoria larga la cual, gracias al esfuerzo, al trabajo y a la confianza que me han dado, ha estado llena de grandes eventos y la que espero poder alargar lo más que pueda.
(Foto extraída de la página web de la AEBA)
¿Cómo empezaste en el arbitraje?
Yo jugaba a baloncesto en mi Córdoba natal, en el Colegio Salesianos. Un verano, unos compañeros que jugaban conmigo me ofrecieron hacer un curso para arbitrar. Así empezó a picarme el gusanillo y, poco a poco, me fue absorbiendo… Hasta ahora. Nunca imaginé llegar a donde llegué.
Cuando uno va subiendo de categoría y avanzando, ¿sueña con pitar en Liga Endesa o es un objetivo muy lejano?
Yo soy de una ciudad que no es muy grande y en la que no hubo nunca, por desgracia, baloncesto en ACB. Yo lo veía como un sueño prácticamente inalcanzable. El espejo en el que me miraba en aquella época eran árbitros que pitaban en Primera Nacional o en Liga EBA, pero nunca ACB. Poco a poco, vas quemando etapas. Vas asentándote y vas logrando subir poco a poco hasta que aparece la oportunidad y alguien confía en ti. ¡Y la coges!
¿Te acuerdas de cómo fue tu primer partido en Liga Endesa?
Sí, claro que me acuerdo. Fue en Vistalegre, un partido entre Estudiantes y Girona. Pité con dos andaluces, Hierrezuelo y García Ortiz. ¡No lo olvidaré!
600 partidos después, ¿todavía sigue sintiendo un poco de nervios cuando llega el momento de salir a pitar?
Sí, siempre. Siempre hay esa tensión que es necesaria para estar preparado y concentrado para el partido. Siempre necesitas ese “ritual” o protocolo que todos los que trabajamos en este mundo sabemos que se necesita para estar lo suficientemente preparado y activos para afrontar cada uno de los partidos como lo que es, un reto mayúsculo e importante.
¿Les das algún consejo a los que se inician en la categoría y aún tienen el vértigo de los primeros partidos?
Siempre intento devolver lo que me dieron, y lo que encontré cuando empecé fue un ambiente extraordinario, un compañerismo muy muy alto que me sorprendió gratamente desde el principio. Yo intento trasladarlo y, si puedo mejorar algo, pues mejorarlo. Todo lo que sea compartir con tus compañeros, repercute en la mejora del arbitraje porque somos un equipo y, cuanto más fuerte sea el equipo, mejor será el trabajo que hagamos. Siempre quiero ayudar, sobre todo a la gente que empieza. Es algo satisfactorio y que te alegra mucho, porque ves cómo mejoran.
¿Tienes muchas anécdotas para recordar de todos estos años?
Sí, hay muchas. Escenas divertidas, situaciones duras, de estrés, otras más satisfactorias… Son muchas. Las finales de Copa del Rey, por ejemplo, son algo diferente a todo. Partidos trascendentes por el descenso, que son partidos cargados de tensión. Es un trabajo que te deja marca, pero siempre intentas que sea lo más positivo posible porque nos gusta estar ahí. Somos deportistas… ¡Nos gusta el riesgo!
Después de 600 partidos… ¿Quedan metas por cumplir?
Mi meta es siempre seguir mejorando y superándome. Me conozco un poco, voy descubriendo en qué tengo que mejorar y, así, me supero día a día. No son objetivos concretos de eventos, porque eso muchas veces no depende de ti. Puedes estar muy preparado y que haya alguien que lo esté más que tú, y no por eso tienes que haber hecho un mal trabajo en todo tu camino. Siempre hay objetivos y ganas de progresar y seguir creciendo.
FUENTE: ACB