El baloncesto es sin duda uno de los deportes en los que
más se trabaja a través de las estadísticas, se hace tanto en los
entrenamientos como en los partidos. Indudablemente las estadísticas son una
gran herramienta de trabajo para el entrenador de basket, pero no conviene
obsesionarse demasiado con ellas, a veces no reflejan con exactitud el
rendimiento del jugador porque hay un factor del que tantas veces hemos oido
comentar, “Los Intangibles“, que reflejan momentos y
situaciones de partido que no se miden en ellas.
Un ejemplo muy gráfico de intangible es el clásico base de un equipo que se hincha de repartir juego y da el ritmo adecuado que requiere el partido (dominando el “tempus del juego”), con toda seguridad si sus pases no terminan en asistencias poco se reflejará en las estadísticas del mismo.
Las acciones que un jugador realiza en la cancha se suelen reflejar en las estadísticas: rebotes, tiros anotados, tiros fallados, recuperaciones, pérdidas, etc. Todas estas acciones se van contabilizando por el delegado de equipo por regla general y luego son analizadas por el entrenador, si además éste tiene ayudantes el análisis se realizará de forma conjunta.
Una vez analizados los datos recogidos se pude valorar si se han conseguido los objetivos que se pretendían. A las acciones realizadas se le suele dar una “valoración”. Esta valoración a veces puede ser injusta porque hay factores intangibles que no se tienen en cuenta, puede haber un jugador que ha mostrado poca actitud y que apenas se ha comprometido en el juego, no apreciándosele toma de iniciativas y que sin embargo obtenga una valoración positiva en función de los puntos, rebotes, etc.
Otro factor importante a tener en cuenta es que las estadísticas nos dicen “el qué”, pero no nos indican la consecuencia o el motivo que lo origina. Debemos ser pragmáticos y fríos con las estadísticas porque nos pueden inducir a engaño. Lo que más vale es la apreciación del entrenador y el énfasis que le queramos dar a algún punto en concreto.
Los jugadores se estimulan viendo sus porcentajes y cifras, pero esto debe ser bien encauzado ya que hay algunos jugadores que son algo egoístas y a los que sólo les interesa engordar sus propias estadísticas. Otro peligro es que los jugadores tomen como referencia fundamental de las estadísticas los puntos anotados (que ocurrre con relativa frecuencia), olvidándose de otros aspectos si cabe mucho más interesantes.
Hay otro factor que tampoco se tiene en cuenta en las estadísticas a la hora de fijar el rendimiento y es la relación entre los datos registrados y el tiempo de juego que un jugador ha estado en el campo. Un jugador que apenas ha jugado tres minutos por poner un ejemplo aparece con muy poca valoración, ¿es que su rendimiento ha sido malo?.
Siguiendo con matizaciones a las estadísticas y sus posibles intangibles, me referiré a la manera de valorar dos situaciones totalmente opuestas. Un jugador que juega los minutos de la verdad (que anota puntos decisivos, puntos de calidad) puede salir con menor o igual valoración que otro jugador que aprovecha los minutos en los que todo está decidido para maquillar su estadística, ¿acaso son igual de valorables unas y otras canastas?.
También es digno de tenerse en cuenta lo poco que se refleja en las estadísticas las actuaciones en defensa, las estadísticas defensivas son muy necesarias debido a que fomentan el espíritu de sacrificio tan necesario para estimular este aspecto del juego. ¿Se reflejan en las estadísticas acciones como dejar libre la línea de fondo, no ayudar, dejarse ganar la posición, no anticipar en los cortes, perder rebotes defensivos, etc.?
He querido con estas matizaciones de las estadísticas y de los intangibles, desmitificar un poco el uso de las estadísticas. Quiero hacer constar que soy partidario de las estadísticas, pero bien encauzadas y utilizadas con sentido común, teniendo además en cuenta los intangibles que se dan en en el baloncesto.