No sé muy bien como enfocar este artículo, lo único claro que tengo es que quiero hablar sobre los otros entrenadores de baloncesto, aquellos que hacen la misma labor que yo y con los que me he enfrentado o me puedo enfrentar. Perdonadme si soy algo desordenado en mis ideas pero estoy improvisando sobre la marcha, sin ser demasiado reflexivo y ortodoxo, solo quiero escribir de forma espontánea y lo que surja de mi mente y de mi corazón, aunque sean frases a borbotones e inconexas.
En mi primera época como entrenador veía al entrenador del otro equipo como un enemigo, como un rival enconado a batir, sentía cierta desconfianza, recelo, algo extraño que me distanciaba de él, craso y mayúsculo error, porque el entrenador rival es precisamente el que te ayuda a mejorar. Suele ser el que te plantea dificultades, el que con su estrategia y su táctica te hace pensar, te hace buscar soluciones y recursos para superar sus planteamientos, te hace pensar y darle vueltas a la cabeza, ves cosas suyas o de sus equipos que te gustan, su scouting te lleva a un contrascouting, en definitiva te lleva a la reflexión, al análisis y a buscar una nueva prospectiva en tu evolución como entrenador.
Con el paso del tiempo, muchos de los entrenadores a los que me he enfrentado han pasado a ser de mis mejores amigos, personas con las que he compartido cervezas, libros, revistas técnicas, cafés, tertulias, debates, clinics, sectores, campeonatos, etc, llegando a alegrarme de sus triunfos y sus éxitos como si fueran propios. Incluso en algunos casos ,llegando a compartir momentos con nuestras familias respectivas, que han seguido perdurando en el tiempo. Sinceramente creo que esa es una de mis grandes victorias.
Lo mismo que nosotros nos formamos, intentamos crecer y aprender también lo hacen los demás, el entrenador rival también hace ejercicios buenos y apropiados. Acostumbro ahora que estoy jubilado a ver a muchos entrenamientos de otros entrenadores de todas las categorías y siempre hay cosas que me sorprenden en positivo de su trabajo, de sus ejercicios, de su forma de enfocarlos, de detalles en la enseñanza de la técnica individual, del trato con sus jugadores, de sus playbooks tácticos, de la gestión de los grupos en entrenos y partidos, de todo en general. El entrenador rival también puede ser una gran fuente de recursos metodológicos, técnicos, tácticos e incluso pedagógicos para nosotros, si estamos dispuestos y abiertos a aprender de los demás.
El entrenador rival también vive la soledad del entrenador, también pasa por momentos de tensión y nervios, no deja de tener supersticiones aunque sean diferentes (pero las tiene), tiene sus preocupaciones personales y familiares, posiblemente lidiará igual con nosotros con algún problema con jugadores o directivos, etc. Por eso debemos tratarlo como a un compañero y con todo el respeto del mundo, empatizar con él, comprenderlo como nos gustaría que lo hicieran con nosotros, eso no quita que cuando nos enfrentemos a él vayamos a ganar el partido con todo nuestro ser, pero recordando que hay formas y formas de ganar y de perder.
Otra cuestión son las envidias que en este mundillo por desgracia existen y existirán, no está de mal que nos alegremos del éxito de los demás por que consigan un campeonato, suban peldaños en su carrera como entrenadores, consigan premios y distinciones, si lo han hecho por algo será, porque nadie nos regala nada.
A veces un compañero con el que he compartido mesa y mantel en competiciones domésticas o de semiélite, o al que me he enfrentado en numerosas ocasiones ha llegado a ser entrenador de ACB (yo no lo he conseguido), es hasta cierto punto lícito que se pudiera tener algo de envidia sana, ¿por qué yo no?, pero eso no debe durar nada mas que lo que dura un pensamiento rápido, porque inmediatamente lo que tenemos es que alegrarnos y desearle que se mantenga en la élite y triunfe al máximo si es posible. Si ha llegado ahí es porque se lo habrá ganado a pulso, aunque siempre podamos refugiarnos en el la manida frase de "unos nacen con estrella y otros estrellados".
Para terminar me gustaria decir que si hay algo que odie y me moleste es que se ponga alguna etiqueta, se cirtique o menosprecie, a algún entrenador simplemente por los resultados, porque nos caiga mas o menos simpático, o porque pertenezca a un club que sea encarnizado rival nuestro. Para poder juzgar a un entrenador, habría que verlo entrenar muchas veces, estar dentro del entorno del propio equipo, ver como actúa en la dirección de los partidos, conocer como gestiona el grupo, conocerlo, hablar con él, saber como piensa y actúa y con todo y con eso posiblemente también nos equivoquemos.
Ponerse en la piel y respetar al otro entrenador, debe ser la principal máxima que debemos cumplir con respecto a nuestros compañeros. Respeta y serás respetado.