Corregir adecuadamente requiere una gran psicología, debemos hacer ver al jugador que puede y debe mejorar, pero al mismo tiempo tenemos que conseguir que el jugador capte que tenemos confianza en él.
Debemos considerar que cada jugador tiene una personalidad y no todos aceptan de la misma manera las correcciones, además el estado de ánimo que ese día tengan también puede influir en la respuesta que el jugador pueda dar ya que las situaciones personales, familiares o laborales pueden ser muy diferentes de unos a otros y les pueden afectar.
Ante un error susceptible de corrección, los entrenadores debemos reflexionar y analizar que nivel del mecanismo de aprendizaje lo está provocando:
– ¿El error está en el estímulo?
– ¿La causa está en la percepción?
– ¿Es un problema de decisión?
– ¿Está el jugador capacitado para responder adecuadamente?
No caer en el error de creer que el jugador ya sabe lo que nosotros comprendemos. A veces no explicar algo sencillo pensando que lo entienden suele ser perjudicial, al jugador le cuesta aceptar delante de sus compañeros que no comprende algo.
Corregir todo aquello que creamos necesario, pero al mismo tiempo ser positivo y animar a los jugadores tras las correcciones, que sientan que mejoran y lo mas importante que nosotros lo valoramos y nos damos cuenta de ello.
2) COMO
Es de vital importancia saber variar por parte del entrenador-profesor el método correctivo, en función de si la corrección se hace de forma general o individual.
Explicaciones claras y sencillas. No se trata de dar un CLINIC cada vez que corregimos.
El tono con el que hablemos a los jugadores es muy importante, la forma de hablar debe ser estudiada (alta pero sin voces, clara, breve, concisa).
Aprender de los errores, el primer error suele ser del jugador, los que vienen detrás pueden ser evitados por el entrenador.
A veces una simple orden o corrección basta. Ej: ¡Oye, no mires el balón!
Una estrategia que da resultados es dar instrucciones a todos en general para corregir a uno en particular, especialmente para no señalar siempre a los mismos.
En ocasiones el sarcasmo surte efecto. Ej: ¡Vale tío, 1 contra 5!
Corregir bien, una y no diez cosas a la vez, saber conexionar y relacionar las cosas.
Máxima importancia a la corrección del error pero desde la positividad y no de la negatividad, ¡no hagas esto! ¡eso está mal! ¡tú no tires! y expresiones parecidas, deben desaparecer del diccionario del entrenador. ¡CORREGIR NO ES PROHIBIR!
Ante la complejidad que para el jugador puede tener un determinado ejercicio, intentaremos en la medida de lo posible fraccionar los ejercicios para corregir, se pondrá máximo empeño en que la corrección facilite la asimilación y no que la entorpezca.
Saber como interrumpir para corregir sin que el entrenamiento pierda calidad (sobre la marcha, a un determinado jugador, a todo el equipo, etc).
Si tenemos que corregir algo, hacerlo sin que se pierda el ritmo del entrenamiento.
Si la corrección es general o colectiva se pueden hacer en las pausas de recuperación entre los ejercicios. No obstante en determinadas casuísticas no importa parar el entrenamiento (eso sí, hacerlo lo menos posible), porque los jugadores se enfrían y cuando reanudamos el entreno ya no es lo mismo.