Como en cualquier aspecto de la vida corregir errores es vital y trascendente para crecer y progresar a nivel personal, profesional, social, etc. Ni qué decir tiene, que en el deporte en general y en el baloncesto en particular, ocurre lo mismo.
Sin ánimo de sentar cátedra ni mucho menos, observo que en líneas generales (por supuesto hay excepciones), en los ejercicios de entrenamiento se dedica poco tiempo a la corrección de los errores o en otros caso no se enfoca este aspecto de la forma más conveniente posible.
Los entrenadores por lo general, solemos incidir mucho en que las tareas y ejercicios se hagan con mucho ritmo, en sus consignas y en las rotaciones, pero no nos preocupamos tanto en las correcciones, que si no se hacen pueden generar malos hábitos que después cuestan mucho trabajo quitar.
El jugador no aprende por arte de magia y aunque en la actualidad se defiende mucho hacer ejercicios globales e integrados, esperando que el jugador descubra las dificultades que encierran y que sea capaz por si mismo de encontrar soluciones mejorando su toma de decisiones, si no es capaz de realizar correctamente los fundamentos básicos individuales (técnica individual) y a ello le unimos la aplicación de la técnica individual al juego (táctica individual), será difícil que el jugador por si mismo y sin la ayuda del entrenador deje de cometer errores.
Partimos de la base de que en general los jugadores suelen estar muy abiertos a las correcciones de los entrenadores (muy especialmente cuando se trata de categorías base), todos persiguen mejorar en su juego a nivel individual y que ello se refleje en el trabajo del equipo.
EL ARTE DE CORREGIR
Puede parecer algo exagerado pero para este que les escribe saber corregir los errores a los jugadores de baloncesto en entrenamientos y partidos es un arte que no todos los entrenadores poseemos pero que todos debemos perseguir. Es un arte necesario y fundamental para que el jugador avance, crezca y progrese.
En mis inicios tuve a un entrenador que era un verdadero artista en ello porque:
1) Tenía paciencia con todos
2) Tenía facilidad para detectar el error (no todos la tenemos).
3) Sabía focalizar su corrección (uno o dos aspectos a lo sumo).
4) Transmitía (dominaba la comunicación y hacía llegar su mensaje).
5) Era capaz de realizar cualquier movimiento, mostrándose como como modelo y ejemplo.
6) Entendía que cada jugador tenía un ritmo diferente en el aprendizaje de los fundamentos.
CORREGIR, ¿QUÉ, COMO y CUANDO?
Corregir adecuadamente requiere una gran psicología, debemos hacer ver al jugador que puede y debe mejorar, pero al mismo tiempo tenemos que conseguir que el jugador capte que tenemos confianza en él.
Debemos considerar que cada jugador tiene una personalidad y no todos aceptan de la misma manera las correcciones, además el estado de ánimo que ese día tengan también puede influir en la respuesta que el jugador pueda dar ya que las situaciones personales, familiares o laborales pueden ser muy diferentes de unos a otros y les pueden afectar.
En los entrenamientos debemos alternar las correcciones con estímulos positivos a fin de mantener la concentración en el trabajo que se desarrolle. Debemos convencer a nuestros jugadores de que corregir no significa cambiar una acción que se hace mal, sino dar ideas para mejorarla. Las correcciones positivas, sugerencias sobre “qué hacer” en lugar de “que no hacer” favorecen el aprendizaje rápido.
1) QUÉ
Ante un error susceptible de corrección, los entrenadores debemos reflexionar y analizar que nivel del mecanismo de aprendizaje lo está provocando:
– ¿El error está en el estímulo?
– ¿La causa está en la percepción?
– ¿Es un problema de decisión?
– ¿Está el jugador capacitado para responder adecuadamente?
Tras este análisis, como entrenadores debemos tener claro qué es lo que queremos corregir en cada momento, sabiendo cuales son nuestros objetivos de mejora y los pasos que debemos seguir con los jugadores para su mejor progresión y rendimiento. No adelantar pasos, primero uno y luego otro.
No caer en el error de creer que el jugador ya sabe lo que nosotros comprendemos. A veces no explicar algo sencillo pensando que lo entienden suele ser perjudicial, al jugador le cuesta aceptar delante de sus compañeros que no comprende algo.
Corregir todo aquello que creamos necesario, pero al mismo tiempo ser positivo y animar a los jugadores tras las correcciones, que sientan que mejoran y lo mas importante que nosotros lo valoramos y nos damos cuenta de ello.
2) COMO
Es de vital importancia saber variar por parte del entrenador-profesor el método correctivo, en función de si la corrección se hace de forma general o individual.
El método ideal para corregir es dar una paliza con caricias.
Explicaciones claras y sencillas. No se trata de dar un CLINIC cada vez que corregimos.
El tono con el que hablemos a los jugadores es muy importante, la forma de hablar debe ser estudiada (alta pero sin voces, clara, breve, concisa).
Aprender de los errores, el primer error suele ser del jugador, los que vienen detrás pueden ser evitados por el entrenador.
A veces una simple orden o corrección basta. Ej: ¡Oye, no mires el balón!
Una estrategia que da resultados es dar instrucciones a todos en general para corregir a uno en particular, especialmente para no señalar siempre a los mismos.
En ocasiones el sarcasmo surte efecto. Ej: ¡Vale tío, 1 contra 5!
Corregir bien, una y no diez cosas a la vez, saber conexionar y relacionar las cosas.
Máxima importancia a la corrección del error pero desde la positividad y no de la negatividad, ¡no hagas esto! ¡eso está mal! ¡tú no tires! y expresiones parecidas, deben desaparecer del diccionario del entrenador. ¡CORREGIR NO ES PROHIBIR!
Ante la complejidad que para el jugador puede tener un determinado ejercicio, intentaremos en la medida de lo posible fraccionar los ejercicios para corregir, se pondrá máximo empeño en que la corrección facilite la asimilación y no que la entorpezca.
3) CUANDO
Saber como interrumpir para corregir sin que el entrenamiento pierda calidad (sobre la marcha, a un determinado jugador, a todo el equipo, etc).
Si tenemos que corregir algo, hacerlo sin que se pierda el ritmo del entrenamiento.
Si la corrección es general o colectiva se pueden hacer en las pausas de recuperación entre los ejercicios. No obstante en determinadas casuísticas no importa parar el entrenamiento (eso sí, hacerlo lo menos posible), porque los jugadores se enfrían y cuando reanudamos el entreno ya no es lo mismo.
Si la corrección es individual podemos hacer un aparte con el jugador y decirle lo que queremos. También podemos esperar a que acabe el ejercicio y luego hacerlo.
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