Como supongo saben la mayoría de seguidores del blog, hace unas tres semanas volví a entrenar después de varias temporadas sin hacerlo, en este caso como entrenador ayudante de Mireia Capdevila en el equipo femenino del Milar Córdoba de Liga Challenge, mi misión ayudar al equipo en todo aquello que se me necesite y pueda estar a mi alcance, junto al otro entrenador-ayudante Chus Corrionero .
Nuestro equipo atraviesa por una mala racha, de hecho actualmente ocupamos la última posición del grupo, pero no nos rendimos a pesar de la situación y de las condiciones adversas. Desde fuera no sé como se puede ver la cosa, pero desde dentro os aseguro que no se paran de buscar posibles soluciones que enderezen la marcha del equipo. Cuando se entra en esta dinamica es cuando más te das cuenta lo difícil que es ser entrenador.
Esta liga es muy dura y no te dá ningun respiro, a veces juegas tres partidos en una semana y si tienes bajas de jugadores (pasará en todos los equipos) u otras dificultades que no vienen a cuento y te enfrentas a equipos con presupuestos muy superiores al tuyo, la competición te arrolla y te pasa por encima, es como un alud que arrasa todo lo que está a su paso.
No vale quejarse, no valen las excusas, sólo vale trabajar a destajo y a diario más y mejor. Eso tratamos de hacer desde la primera entrenadora al resto del staff técnico, hasta ahora sin recompensa en forma de resultados, pero con muchas ganas y sin desfallecer lo más mínimo, analizando cada partido jugado, realizando scouting del próximo rival, planificando al milímetro cada entrenamiento, intentando hacer buenos entrenamientos, buscando la mejora permanente de las jugadoras para que pongan lo mejor de si mismas al servicio del trabajo colectivo, intentando dirigir los partidos de la mejor forma posible y que en la balanza el número de aciertos supere al de errores y aunque nos equivoquemos (nadie es infalible), poniendo nuestra cabeza, alma y corazón en el empeño.
Cuando llegan las derrotas, la cuesta parece mayor, entra el juego el factor mental y os puedo asegurar que es el más importante de todos. Saber llegar, transmitir y convencer a doce jugadoras, es muy complicado saber lo que pasa por la mente de cada una de ellas, lograr aunar las mentalidades y dirigir a un grupo heterogeneo y complejo (distintas nacionalidades, distintas edades, distintas capacidades, distintas mentalidades, distinta capacidad de resiliencia, etc), no es nada fácil y esa es uno de los mayores retos de los que nos dedicamos a ser entrenadores de baloncesto.
Siempre digo que lo que diferencia a unos entrenadores de otros, fundamentalmente se centra en tres aspectos esenciales: 1) Saber transmitir y convencer, 2) Su psicologia para saber llevar el equipo a nivel individual y colectivo y 3) Su capacidad para hacer que sus jugadores entiendan el juego (lectura y toma de decisiones). Nosotros intentamos cumplir estas tres premisas, además de otras facetas propias del entrenador que se suponen (técnica y táctica individual, estrategia y táctica de equipo, técnica de entrenamiento, metodologia, etc), que se suponen. Siempre me acuerdo cuando hice el servicio militar que en la cartilla del soldado venia escrito, "el valor se supone".
Trabajamos también durante la semana el aspecto mental con las jugadoras, pero se hacen demasiado duras las derrotas, no queda otra que relativizar y resaltar lo positivo, que también lo hay, aunque cuando se pierde parece que todo es malo y tratar de corregir lo negativo, en cada entrenamiento diario y en cada partido que se juegue. Ese es nuestro reto y ese es nuestro objetivo permanente, con la plantilla que tenemos en nuestras manos.
Y aunque es duro y difícil trabajar cuando se está en esa situación, también es bonito esa lucha contínua por intentar levantarnos y cada vez ser mejores, se aprende en todas las situaciones, se aprende de los rivales tanto en el scouting previo como en los enfrentamientos directos, se aprende de nuestras jugadoras en su día a día y en como reaccionan de formas diferentes, se aprende del entorno (afición, medios de comunicación, etc), se aprende de la situación, ya que te obliga a buscar, indagar en busca de soluciones para mejorar la marcha del equipo (incluir nuevos ejercicios, corregir detalles en defensa y ataque, modificar nuestro playbook táctico (alguna nueva defensa o sistema de juego), ese aprendizaje se acumula a nuestro bagaje de conocimientos y llena nuestra mochila de forma permanente para hacernos mejores entrenadores.
El baloncesto a este nivel te examina cada semana e independientemente del trabajo en el día a día que lleve a cabo cada entrenador y su staff técnico (eso no lo saben nada más que los que están dentro), la nota semanal es el resultado (lo demás no importa demasiado). Con eso vivimos los entrenadores, como en el argot del mundo del entrenador se dice "va incluido en el sueldo". Cuando las cosas no se dan bien y los resultados no llegan hay muchos responsables, pero nosotros no eludimos en ningún momento nuestra responsabilidad, somos nuestros máximos autocríticos y luchamos cada semana por mejorar nuestro juego y ojalá el resultado.
No nos podemos permitir el lujo de no ser fuertes mentalmente, ¡como si no! vamos a poder transmitir a nuestras jugadoras que podemos revertir la situación, tenemos que dar pasos adelante mirando atras para corregir errores pero sin lamentarnos, ni poner excusas de ningún tipo, sino luchando cada día por ser mejores. Nosotros solo podemos arreglar y revertir lo que está en nuestras manos y en ello nos debemos centrar, por mucho que nuestros mimbres sean inferiores a los de otros equipos, o porque tengamos bajas o por lo que sea, con lo que somos hay que tirar del carro, eso es lo difícil y lo bonito de ser entrenadores.