Los Celtics son los nuevos campeones de la NBA. Los Lakers de Pau Gasol han sido incapaces de presentar batalla en el sexto partido de la final y han acabado humillados en el Garden (131-92), encajando la segunda mayor derrota sufrida por un finalista, y convirtiendo la ciudad de Boston a los pocos minutos en una fiesta. Es el 17° título para los Celtics. El último llegó en 1986 con Larry Bird como la figura de la plantilla. Demasiado tiempo de sequía para el equipo más laureado de la liga que, una vez más, ha vuelto a engrandecer su historia a costa de su mayor rival.
La derrota para los Lakers, que ha supuesto el definitivo 4-2 en el play-off final, ha tenido proporciones vergonzantes, mientras las gradas se lo pasaban a lo grande bailando a los acordes del We are the champions de Queen y del Simply the best de Tina Turner. En realidad, el sexto partido no ha tenido historia. Los Celtics se han zampado a su rival de principio a fin y los seguidores de los verdes, con puros encendidos en las gradas como homenaje al fallecido Red Auerbach, una de las leyendas del club, han empezado a celebrarlo de forma anticipada al final del tercer cuarto (89-60) con 12 minutos por jugar, que se han convertido en un infierno para el equipo californiano.
Tampoco los jugadores de Boston han escapado a la locura colectiva, festejando en el banquillo el título de forma anticipada, bañando al entrenador Doc Rivers cuando aún quedaban dos minutos por disputarse, bailando con la música de los videomarcadores mientras el partido seguía en la pista y algunos de los titulares de los Lakers como Bryant y Gasol lo seguían desde el banquillo con la mirada completamente perdida.
Absoluto desgobierno
Un equipo ha jugado con orgullo, con ideas, con un guión perfectamente estudiado y del otro apenas si han existido noticias. En el equipo de Doc Rivers han aparecido uno tras otro todos los jugadores con el Big Three formado por Allen, Pierce y Garnett a la cabeza. Los tres podrán lucir orgullosos a partir de ahora el anillo que les faltaba para coronar sus espléndidas carreras, especialmente Pierce escogido como mejor jugador de la final (MVP). Pero no se han quedado solos; después se han ido sumando el resto de jugadores, como Rondo, Posey o House. En los Lakers, el desgobierno ha sido absoluto, para descrédito de Phil Jackson, el técnico de los nueve anillos, que no ha sabido cómo encarar la noche y ha acabado cabizbajo en el banquillo, lamentando que una final que empezó como un sueño para el cuadro californano, haya acabado como una auténtica pesadilla.
No ha existido Kobe Byrant para los Lakers (22 puntos, pero 7 de 22 en tiro) perdido en las acciones individuales de un bloque anárquico, y tampoco ha aparecido Pau Gasol (11 puntos y 8 rebotes en 33 minutos), lento, sin energía, en su peor partido de toda la serie, como si necesitara cuanto antes el final de la temporada y, seguramente, olvidar uno de los golpes deportivos más duros de su carrera.
Un campeón con toda justicia
En realidad, el sexto partido ha sido la confirmación de una serie marcada desde el principio por el sello de unos Celtics mucho más agresivos y contundentes y en la que los los Lakers solo han ofrecido algún destello de su potencial en el tercer y el quinto encuentros. Boston ha sido mejor equipo. Un campeón con toda justicia.
El desmoronamiento de los Lakers ha sido absoluto desde el inicio. El equipo de Phil Jackson ha sido una sombra de si mismo frente a un rival agigantado, ambicioso, agresivo, decidido a levantar el trofeo de campeón en su primera oportunidad en casa. Ni siquiera Kobe, que ha empezado muy enchufado, anotando tres triples en el primer cuarto, se ha salvado de la pésima imagen, seguramente contagiado por la mediocridad del colectivo. Los Lakers han perdido balones (cuatro de los seis primeros por culpa de Gasol), se han dejado dominar el rebote rebotes en su zona, se han colapsado ofensivamente ante la durísima defensa de los jugadores de Boston, jaleada por los seguidores en las gradas.
Una victoria inolvidable
Los triples de Kobe solo han retrasado durante unos minutos la caída. Pero lo que ha sucedido en el segundo cuarto ha sido una sangría en toda regla --un parcial de 34-15 que ha disparado la ventaja de los Celtics hasta los 23 puntos-- ya con el equipo de Los Angeles roto, incapaz de articular una respuesta, con Phil Jackson desencajado en la banda, con los jugadores de Doc Rivers manejando el tiempo del partido a su antojo: dominando en la pintura, moviendo el balón con eficacia, anotando triples con un carácter letal.
El panorama no ha podido ser más desolador al descanso (58-35) ya para el cuadro californiano, que se ha ido al vestuario consciente de que el título se le escapaba y ha salido sin la mentalidad ni el convencimiento necesario no solo para darle la vuelta al partido, sino simplemente para aguantar el chaparrón. La actitud de los jugadores de Jackson demostraba que el único objetivo es que se acabara el suplicio cuando antes, mientras solo hacían que crecer las diferencias.
El público de Boston, contagiado por la euforia que se transmitía en la cancha, pedía defensa y jaleaba canasta tras canasta, con la que los Celtics han construido una de las victorias que se recordarán durante más tiempo en la NBA. Otra nueva hazaña para alimentar el Celtic Pride.
Celtics 131: Rondo (21), Ray Allen (26), Pierce (17), Garnett (26), Perkins (2), Powe (8), Posey (11), Tony Allen (2), P. J. Brown (6), House (9), Davis (3) .
Lakers 92: Fisher (7), Bryant (22), Radmanovic (6), Odom (14), Gasol (11), Farmar (12), Vujacic (7), Turiaf (2) , Ariza (3), Walton (8).
LUIS MENDIOLA/BOSTON / ENVIADO ESPECIAL
Extraído de http://www.elperiodico.com/
La derrota para los Lakers, que ha supuesto el definitivo 4-2 en el play-off final, ha tenido proporciones vergonzantes, mientras las gradas se lo pasaban a lo grande bailando a los acordes del We are the champions de Queen y del Simply the best de Tina Turner. En realidad, el sexto partido no ha tenido historia. Los Celtics se han zampado a su rival de principio a fin y los seguidores de los verdes, con puros encendidos en las gradas como homenaje al fallecido Red Auerbach, una de las leyendas del club, han empezado a celebrarlo de forma anticipada al final del tercer cuarto (89-60) con 12 minutos por jugar, que se han convertido en un infierno para el equipo californiano.
Tampoco los jugadores de Boston han escapado a la locura colectiva, festejando en el banquillo el título de forma anticipada, bañando al entrenador Doc Rivers cuando aún quedaban dos minutos por disputarse, bailando con la música de los videomarcadores mientras el partido seguía en la pista y algunos de los titulares de los Lakers como Bryant y Gasol lo seguían desde el banquillo con la mirada completamente perdida.
Absoluto desgobierno
Un equipo ha jugado con orgullo, con ideas, con un guión perfectamente estudiado y del otro apenas si han existido noticias. En el equipo de Doc Rivers han aparecido uno tras otro todos los jugadores con el Big Three formado por Allen, Pierce y Garnett a la cabeza. Los tres podrán lucir orgullosos a partir de ahora el anillo que les faltaba para coronar sus espléndidas carreras, especialmente Pierce escogido como mejor jugador de la final (MVP). Pero no se han quedado solos; después se han ido sumando el resto de jugadores, como Rondo, Posey o House. En los Lakers, el desgobierno ha sido absoluto, para descrédito de Phil Jackson, el técnico de los nueve anillos, que no ha sabido cómo encarar la noche y ha acabado cabizbajo en el banquillo, lamentando que una final que empezó como un sueño para el cuadro californano, haya acabado como una auténtica pesadilla.
No ha existido Kobe Byrant para los Lakers (22 puntos, pero 7 de 22 en tiro) perdido en las acciones individuales de un bloque anárquico, y tampoco ha aparecido Pau Gasol (11 puntos y 8 rebotes en 33 minutos), lento, sin energía, en su peor partido de toda la serie, como si necesitara cuanto antes el final de la temporada y, seguramente, olvidar uno de los golpes deportivos más duros de su carrera.
Un campeón con toda justicia
En realidad, el sexto partido ha sido la confirmación de una serie marcada desde el principio por el sello de unos Celtics mucho más agresivos y contundentes y en la que los los Lakers solo han ofrecido algún destello de su potencial en el tercer y el quinto encuentros. Boston ha sido mejor equipo. Un campeón con toda justicia.
El desmoronamiento de los Lakers ha sido absoluto desde el inicio. El equipo de Phil Jackson ha sido una sombra de si mismo frente a un rival agigantado, ambicioso, agresivo, decidido a levantar el trofeo de campeón en su primera oportunidad en casa. Ni siquiera Kobe, que ha empezado muy enchufado, anotando tres triples en el primer cuarto, se ha salvado de la pésima imagen, seguramente contagiado por la mediocridad del colectivo. Los Lakers han perdido balones (cuatro de los seis primeros por culpa de Gasol), se han dejado dominar el rebote rebotes en su zona, se han colapsado ofensivamente ante la durísima defensa de los jugadores de Boston, jaleada por los seguidores en las gradas.
Una victoria inolvidable
Los triples de Kobe solo han retrasado durante unos minutos la caída. Pero lo que ha sucedido en el segundo cuarto ha sido una sangría en toda regla --un parcial de 34-15 que ha disparado la ventaja de los Celtics hasta los 23 puntos-- ya con el equipo de Los Angeles roto, incapaz de articular una respuesta, con Phil Jackson desencajado en la banda, con los jugadores de Doc Rivers manejando el tiempo del partido a su antojo: dominando en la pintura, moviendo el balón con eficacia, anotando triples con un carácter letal.
El panorama no ha podido ser más desolador al descanso (58-35) ya para el cuadro californiano, que se ha ido al vestuario consciente de que el título se le escapaba y ha salido sin la mentalidad ni el convencimiento necesario no solo para darle la vuelta al partido, sino simplemente para aguantar el chaparrón. La actitud de los jugadores de Jackson demostraba que el único objetivo es que se acabara el suplicio cuando antes, mientras solo hacían que crecer las diferencias.
El público de Boston, contagiado por la euforia que se transmitía en la cancha, pedía defensa y jaleaba canasta tras canasta, con la que los Celtics han construido una de las victorias que se recordarán durante más tiempo en la NBA. Otra nueva hazaña para alimentar el Celtic Pride.
Celtics 131: Rondo (21), Ray Allen (26), Pierce (17), Garnett (26), Perkins (2), Powe (8), Posey (11), Tony Allen (2), P. J. Brown (6), House (9), Davis (3) .
Lakers 92: Fisher (7), Bryant (22), Radmanovic (6), Odom (14), Gasol (11), Farmar (12), Vujacic (7), Turiaf (2) , Ariza (3), Walton (8).
LUIS MENDIOLA/BOSTON / ENVIADO ESPECIAL
Extraído de http://www.elperiodico.com/
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