"Jose Carlos León junto a su compañero J.Dale periodistas deportivos del Día de Córdoba, han escrito un artículo muy emotivo y que a mi personalmente me ha gustado mucho sobre la muerte del ex-Cajasur Will Gladness, es por ello que con la debida autorización lo copio aquí textualmente, no sin antes felicitar a sus autores por el mismo":
El ex jugador americano del Cajasur falleció el mes pasado víctima de una infección agravada por la ausencia del bazo, extirpado 20 años antes cuando se vio envuelto en un tiroteo siendo adolescente.
William Gladness, ex jugador del Cajasur en la temporada 99-00, falleció hace un par de semanas víctima de una repentina enfermedad cuando apenas tenía 34 años. Parecía escrito, como si el destino le tuviera apuntado en su agenda desde que siendo apenas un adolescente se vio implicado en un tiroteo en uno de los barrios más conflictivos de West Memphis, Arkansas.
El joven Will fue alcanzado y su vida corrió serio peligro. Milagrosamente, el proyectil quedó enquistado en su columna vertebral, apenas a unos milímetros de dejarlo postrado para siempre en una silla de ruedas, pero los médicos tuvieron que extirparle el bazo para salvarle la vida. Casi 20 años después, el ex jugador granate se sintió repentinamente indispuesto con un fuerte dolor de cabeza que le obligó a ir al hospital. Enseguida, los médicos le diagnosticaron una fuerte infección bacteriana y el destino hizo el resto. Las pruebas se sucedían atropelladamente mientras agonizaba sobre la camilla de la sala de emergencias. Las asistencias trataron de reanimarle durante 45 minutos, pero apenas dos horas después de entrar en el Springdale Hospital de Fayetteville, William Robert Gladness murió víctima de una infección general... agravada por la carencia de bazo, ése que los médicos tuvieron que extirparle tras el tiroteo.
Esta vez Will no pudo esquivar al destino, al que trató de engañar desde el día en el que la muerte le miró cara a cara. Aquel episodio cambió la vida de Gladness radicalmente, y escapó del mundo de las bandas por el camino del baloncesto. Sin paso previo por el high school, el joven Will se enroló en el pequeño junior college de Carl Albert State, en el que sus buenas actuaciones llamaron la atención de la gran Indiana de Bobby Knight, que le reclutó para su programa en la temporada 97-98.
Con el General, Gladness aprendió los secretos de la disciplina y del trabajo duro. Eso le sirvió para hacerse con un sitio en el quinteto titular de los Hoosiers y ganarse un lugar en el corazón de los exigentes espectadores del Assembly Hall. Dos ejercicios con modestos promedios (8 puntos y 5 rebotes en su mejor año) cambiaron definitivamente su vida, consciente de que su futuro debía estar encaminado al trabajo por la comunidad, para evitar que otros chicos se metieran en los mismos problemas que él.
Su salto a Europa era un simple paréntesis. Así desembarcó en el Cajasur un día de agosto de 1999 como referencia del primer proyecto de Rafa Sanz. Gladness pasó repentinamente de trabajar al mando del ogro Knight a tener como entrenador a un chico de 23 años al que le llegada su primera oportunidad profesional. Sanz adoptó a Gladness como algo más que un jugador, quizás consciente de su oscuro pasado y también de la importancia que tendría en su equipo.
Vestido de granate, Will destacó con 16.7 puntos y 6.5 rebotes por partido, con su juego elegante siempre al servicio del colectivo. Con esa aportación, el Cajasur cuajó una temporada mágica que culminó con aquel épico play off ante el Inca y la posterior eliminación a manos del Alicante. Para el recuerdo quedará aquella noche de mayo en Mallorca, cuando Gladness acabó en comisaría testificando tras lanzar una botella a la grada. Hasta las televisiones nacionales se hicieron eco de aquel episodio en el que un americano le había dado un botellazo a una mujer embarazada. Al final quedó en nada, en un ramalazo de furia que dejaba entrever una peligrosa vida anterior.
"Para mí fue un honor fichar a un jugador que venía de Indiana", recuerda Sanz, a pesar de que "no era un hombre fácil en el día a día, porque su sentido de la competitividad le hacía ser un ganador nato". El técnico destaca que "los jugadores buenos nunca son fáciles, y él lo era". Sanz no oculta que "tenía una especial creencia en Will como jugador y como persona. No tuvo una adolescencia fácil y necesitaba una atención especial, pero siempre pensé que no tenía mal fondo. Era un buen tipo y me lo demostró".
Gladness se fue al año siguiente al Rueil de la Pro B francesa, donde siguió dando lecciones de sobriedad antes de volver a casa, donde le esperaban todos sus proyectos.
En 2001 se instaló en Arkansas para trabajar como educador en el Ozark Guidance Center, una institución destinada a chicos conflictivos. Allí se ganó el corazón de sus alumnos y de sus compañeros, quizás porque siempre tenía en la mente lo que no quería para aquellos chicos. Quizás en ellos veía reflejado al joven Will que estuvo a punto de morir en las calles de Wet Memphis. Lo que no sabía era que el destino le tenía guardada una trampa mortal.
Extraído de www.eldiadecordoba.es
El joven Will fue alcanzado y su vida corrió serio peligro. Milagrosamente, el proyectil quedó enquistado en su columna vertebral, apenas a unos milímetros de dejarlo postrado para siempre en una silla de ruedas, pero los médicos tuvieron que extirparle el bazo para salvarle la vida. Casi 20 años después, el ex jugador granate se sintió repentinamente indispuesto con un fuerte dolor de cabeza que le obligó a ir al hospital. Enseguida, los médicos le diagnosticaron una fuerte infección bacteriana y el destino hizo el resto. Las pruebas se sucedían atropelladamente mientras agonizaba sobre la camilla de la sala de emergencias. Las asistencias trataron de reanimarle durante 45 minutos, pero apenas dos horas después de entrar en el Springdale Hospital de Fayetteville, William Robert Gladness murió víctima de una infección general... agravada por la carencia de bazo, ése que los médicos tuvieron que extirparle tras el tiroteo.
Esta vez Will no pudo esquivar al destino, al que trató de engañar desde el día en el que la muerte le miró cara a cara. Aquel episodio cambió la vida de Gladness radicalmente, y escapó del mundo de las bandas por el camino del baloncesto. Sin paso previo por el high school, el joven Will se enroló en el pequeño junior college de Carl Albert State, en el que sus buenas actuaciones llamaron la atención de la gran Indiana de Bobby Knight, que le reclutó para su programa en la temporada 97-98.
Con el General, Gladness aprendió los secretos de la disciplina y del trabajo duro. Eso le sirvió para hacerse con un sitio en el quinteto titular de los Hoosiers y ganarse un lugar en el corazón de los exigentes espectadores del Assembly Hall. Dos ejercicios con modestos promedios (8 puntos y 5 rebotes en su mejor año) cambiaron definitivamente su vida, consciente de que su futuro debía estar encaminado al trabajo por la comunidad, para evitar que otros chicos se metieran en los mismos problemas que él.
Su salto a Europa era un simple paréntesis. Así desembarcó en el Cajasur un día de agosto de 1999 como referencia del primer proyecto de Rafa Sanz. Gladness pasó repentinamente de trabajar al mando del ogro Knight a tener como entrenador a un chico de 23 años al que le llegada su primera oportunidad profesional. Sanz adoptó a Gladness como algo más que un jugador, quizás consciente de su oscuro pasado y también de la importancia que tendría en su equipo.
Vestido de granate, Will destacó con 16.7 puntos y 6.5 rebotes por partido, con su juego elegante siempre al servicio del colectivo. Con esa aportación, el Cajasur cuajó una temporada mágica que culminó con aquel épico play off ante el Inca y la posterior eliminación a manos del Alicante. Para el recuerdo quedará aquella noche de mayo en Mallorca, cuando Gladness acabó en comisaría testificando tras lanzar una botella a la grada. Hasta las televisiones nacionales se hicieron eco de aquel episodio en el que un americano le había dado un botellazo a una mujer embarazada. Al final quedó en nada, en un ramalazo de furia que dejaba entrever una peligrosa vida anterior.
"Para mí fue un honor fichar a un jugador que venía de Indiana", recuerda Sanz, a pesar de que "no era un hombre fácil en el día a día, porque su sentido de la competitividad le hacía ser un ganador nato". El técnico destaca que "los jugadores buenos nunca son fáciles, y él lo era". Sanz no oculta que "tenía una especial creencia en Will como jugador y como persona. No tuvo una adolescencia fácil y necesitaba una atención especial, pero siempre pensé que no tenía mal fondo. Era un buen tipo y me lo demostró".
Gladness se fue al año siguiente al Rueil de la Pro B francesa, donde siguió dando lecciones de sobriedad antes de volver a casa, donde le esperaban todos sus proyectos.
En 2001 se instaló en Arkansas para trabajar como educador en el Ozark Guidance Center, una institución destinada a chicos conflictivos. Allí se ganó el corazón de sus alumnos y de sus compañeros, quizás porque siempre tenía en la mente lo que no quería para aquellos chicos. Quizás en ellos veía reflejado al joven Will que estuvo a punto de morir en las calles de Wet Memphis. Lo que no sabía era que el destino le tenía guardada una trampa mortal.
Extraído de www.eldiadecordoba.es
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