Hay muchas facetas y aspectos a desarrollar y controlar
en la labor de un entrenador de baloncesto, pero posiblemente una de las más
importantes que conlleva una característica diferencial es la psicología del
entrenador para saber manejar, dinamizar y hacer funcionar mejor al grupo de
jugadr@s que tenga en sus manos.
Como entrenadores tenemos la obligación de buscar los
estímulos justos y adecuados que nos permitan tener siempre el control de la
situación en entrenamientos y partidos. Debemos saber que lograr la
perfección absoluta es muy difícil, pero debemos intentar acercarnos a ella.
Conocer lo mejor posible a nuestros jugadores es básico a
fundamental para saber aplicar nuestra psicología, debemos hacer saber al
jugador que debe y puede mejorar, pero al mismo tiempo debemos conseguir que el
jugador sienta que tenemos confianza en él.
Saber abordar la multitud de momentos diversos que
requieren manejar de forma adecuada los aspectos psicológicos necesarios para
dirigir un equipo, no es nada fácil y requieren mucha intuición, mano
izquierda, autoridad y coherencia.
Saber tratar a los jugadores es otro de los aspectos
claves de la psicología del entrenador, no se puede tratar a todos lo mismo y
requiere gran psicología por parte del entrenador, hay quien admite una bronca
y le sirve de revulsivo, pero también hay a quién se le echa una bronca y se
hunde, hay a quién le podemos reprochar cosas en público y no pasa nada sin
embargo a otros hay que decirle las cosas en privado o de forma particular
delante del grupo y lo acepta todo mejor. Lo ideal es saber dar una de cal y
otra de arena, "mezclar palizas con caricias".
Que tengamos tacto en la manera de conducir al jugador y
al grupo no significa que tengamos que renunciar a nuestros principios y
filosofía como entrenador, ni que perdamos el sentido de la disciplina que todo
equipo tiene que tener, una cosa no va reñida con la otra.
El entrenador competente posee una buena inteligencia
emocional, sabe sumar a sus capacidades individuales, las demandas de su equipo
y las del entorno en que trabaja (entrenamientos y competición).
Interés, compromiso, satisfacción, felicidad, son valores
que están íntimamente ligados a una buena gestión de las emociones por parte
del entrenador.
Las emociones cuentan y se deben analizar y
gestionar. Los entrenadores deben aprender a controlar sus emociones y
la de sus jugadores.
La diferencia entre
el éxito y el fracaso en el deporte no radica en el desarrollo de las
capacidades físicas, técnicas, tácticas sino en la capacidad emocional
para reconocer y regularizar las emociones (gestión)
Esta capacidad nos ayudará a reconocer las emociones y a
regularizarlas, a nivel individual, a identificarlas en los jugadores, entre
los compañeros, de los rivales, etc,
Tenemos que saber que queremos y donde vamos, una vez fijados
nuestros objetivos, el entrenador tiene que acompañar al jugador (apoyándolo,
impulsándolo, animándolo, retándolo, provocándolo, soportándolo, etc), es decir gestionando
sus emociones. Para ello resulta indispensable algunos detalles como:
-Observar las miradas de los jugadores
Mirando las caras y especialmente fijándonos en la expresión de los ojos de los jugadores si somos observadores podemos extraer muchas conclusiones: estados de ánimo, nivel de concentración, estados de ansiedad, capacidad de respuesta, etc.
-Paciencia, tranquilidad
Los nervios no llevan a ningún sitio, es cierto que el entrenador tiene que tomar decisiones rápidas, pero si está tranquilo será mas coherente y equilibrado en las opciones elegidas. Por poner un jemplo, no deberíamos sentar en el banquillo a los jugadores al menor fallo, hay que tener la paciencias necesaria para dejarle que entre en ritmo, que se asiente en el juego, etc.
-Dar confianza, si te caes te puedes levantar
El jugador tiene que sentir en el campo que tiene la confianza de su entrenador. Debemos tener todos muy claro que el baloncesto es un juego de aciertos y errores, que el el fallo forma parte del juego. Nos podemos equivocar, podemos errar, pero tenemos que saber siempre que aunque nos caigamos también tenemos la capacidad de levantarnos.
-El lenguaje gestual
Los gestos de los jugadores a veces indican mucho más que el lenguaje oral, observarlos y analizarlos nos pueden ayudar mas de lo que creemos en la conducción del grupo, un mal gesto en un cambio, una queja al compañero, un desaire al árbitro, etc, son momentos y circunstancias que hay que saber canalizar adecudamente para que no repercutan en el rendimiento del equipo. Esta cuestión también la debemos tener en cuenta en nuestro propio lenguaje gestual, que también puede afectar a nustros jugador@s.
-Controlar la euforia y los enojos
No nos dejemos dejar llevar por demasiado optimismo o euforia cuando las cosas nos rueden demasiado bien, no hagamos promesas que después no seamos capaces de hacer cumplir. Tampoco es bueno enojarse o enfadarse constantemente, mejor saber contar hasta diez en determinados momentos.
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