miércoles, 21 de noviembre de 2007

La ardua labor del informador arbitral (Por Jaime Andreu-Romeo)

En las páginas de la web de la FEB aparece este artículo dividido en dos partes (las he unificado) y en el que se habla de la labor de los informadores arbitrales, me ha parecido que los árbitros también se merecen un pequeño espacio en este blog y por ello lo he copiado textualmente:

"Enseñar a nuevos árbitros nunca ha sido un trabajo fácil. Todo lo contrario: es una de las labores más delicada, difícil e ingrata del árbitro. A nadie le gusta entrar en el vestuario de los árbitros para hacer un análisis crítico de su labor cuando acaban de finalizar un partido agotador, física y mentalmente. Pero si quieren progresar, los nuevos árbitros necesitan el aporte de los informadores veteranos. Sería imposible dirigir los recursos humanos del colectivo arbitral sin una supervisión sistemática de sus actuaciones".
(Foto de zonabasket)
La Comisión Técnica de FIBA ha tratado con frecuencia cuál sería la mejor manera de observar y evaluar a los árbitros, de manera que se les pudiese clasificar de la manera más objetiva posible. Es difícil unificar tantos puntos de vista diferentes sobre este asunto. La teoría que se impone cada vez es la del tam-tam: se establece un orden jerárquico oficioso por medio del boca a boca, con frases como “…el otro día vi arbitrar a un chico joven al que recomiendo…”. ¿Cómo deberían enfocar los informadores el análisis de sus compañeros menos experimentados tras el partido? Esta lista de 10 consejos podría ser de utilidad.
• Consejo 1: En vez de apresurarte a entrar en el vestuario tras el partido, tómate un tiempo para ordenar tus ideas antes de dirigirte a los árbitros. Una vez finalizado el partido, pregúntate estas tres cuestiones: ¿ha ganado el mejor equipo? ¿Han controlado bien el partido? ¿Se ha disputado el partido sin incidentes de importancia? Si las respuestas son afirmativas, se puede improvisar; si la respuesta es negativa, hay que encender las luces de alarma.
• Consejo 2: Intenta comenzar y finalizar el análisis con mensajes positivos. Las dos o tres personas que han arbitrado el partido merecen nuestro respeto y consideración. Por muy mala que haya sido su labor, el informador no debe ir a “hundir” a los árbitros, desmoralizándolos o desanimándolos. El objetivo del informador es construir, no derribar. De vez en cuando es muy difícil encontrar el equilibrio, pero existe.
• Consejo 3: Comienza el análisis con una evaluación global de la labor arbitral antes de entrar en detalles. Durante esta fase es necesario ser honesto y no esconder la verdad. Por ejemplo, nunca se debe hablar de una buena actuación y luego calificar la actuación con mala nota. También es preciso encontrar las palabras adecuadas que, a la vez de sinceras, no sean destructivas.
• Consejo 4: Deja la puerta abierta al diálogo. El informador no es poseedor de la verdad absoluta. Por tanto, es aconsejable utilizar frases como “En mi opinión…”, “Desde mi posición en el campo…”, “Según mi criterio…”. Permite que los árbitros ejerzan su derecho a defenderse, y de esa manera quizás se liberen de cualquier frustración reprimida que pudieran tener. En este contexto, es importante dejar a un lado las consideraciones personales. Ni la amistad ni las antipatías personales deben afectar al informe sobre la labor arbitral. Los informadores deben ser personas preparadas técnicamente y poseedoras de buenas habilidades comunicativas. Están relacionándose con personas, no con objetos ni robots.
• Consejo 5: Emplea un lenguaje apropiado para quien te escucha. El tono que requiere un diálogo con un árbitro joven o uno experimentado es completamente diferente. El árbitro joven necesita más afecto e información sobre aspectos básicos, mientras que el segundo requiere de mayores explicaciones acerca del dominio del partido en lugar de mecánica o señalización.
• Consejo 6: Intenta corregir la mecánica de manera que mejore el control del partido. Los árbitros no están en la pista para aplicar la mecánica de memoria, sino para controlar un partido de baloncesto. Por eso, el informador debe permitir las particularidades y personalidad de cada árbitro, con la influencia que esto tiene en sus movimientos sobre la pista y la valoración de las faltas. Teniendo esto en mente, es importante trabajar con los árbitros jóvenes de manera que consigan aplicar la mecánica adecuada como un acto reflejo y del modo más aproximado al que marca el Manual del Árbitro. Por otro lado, algunas pequeñas idiosincrasias de los árbitros veteranos forman parte de su personalidad pero pueden convertirse en ejemplos a seguir por las nuevas generaciones. Para todos aquellos de mi generación, los nombres de Blanchard, Kassai, Arabadjan, Righetto o Richardson (el árbitro americano que vino a arbitrar el Eurobasket de Barcelona 1973) han adquirido un prestigio casi legendario. Todos y cada uno de nosotros somos el resultado de diversas características que hemos observado en otros; copiamos, reciclamos. En lo que a mí concierne, puedo asegurar que a pesar de mi edad y mi experiencia, siempre intento asimilar pequeños detalles que a veces encuentro entre mis colegas más jóvenes. En otras palabras, ¡nunca dejamos de aprender! Sirva esto como recordatorio para los árbitros de que la mecánica es algo que tenemos a nuestra disposición, y que no somos nosotros los que debemos estar a su disposición. Y, por favor, sean muy estrictos con aquellos árbitros que deciden no sancionar una infracción a causa de la mecánica: “Estaba fuera de mi zona…”.
• Consejo 7: El mejor árbitro es el que mantiene el partido bajo control con el menor número de intervenciones posible. Cada partido requiere una labor diferente. No hay dos partidos iguales y cada uno requiere su propia aproximación. La calidad del árbitro se determina mediante su capacidad para adaptarse a las características del partido, dejando que fluya de manera espontánea. El árbitro no tiene que levantar diques que impidan el fluir del juego, sino establecer puentes bajo los cuales pueda discurrir el partido sin desbordar sus márgenes. Un pequeño detalle que prueba si un árbitro ha entendido el partido es este: al final del partido, observa si los participantes (jugadores y entrenadores) se dan la mano, incluyendo a los árbitros. Si es así, significa que están satisfechos. Cuando un equipo, o ambos, acaban el partido quejándose, algo negativo ha ocurrido. El informador debe observar estos detalles y juzgar si los árbitros han captado el espíritu del partido que tenían entre manos en lugar de actuar como si hubiesen arbitrado un partido completamente distinto fruto de su imaginación. Los árbitros a menudo acusan a los informadores de refugiarse tras la frase “el criterio en contactos no era el adecuado”. Se trata de una acusación injusta porque la calidad de la actuación de un árbitro depende fundamentalmente de la calidad de la valoración de los contactos. Los contactos suponen dos tercios de las pitadas. Por tanto, es lógico que si su valoración de las situaciones de contacto es pobre, el resultado será un pobre dominio del partido.
• Consejo 8: Resiste la tentación de evaluar un arbitraje enumerando el número de decisiones erróneas. En mis inicios como informador, un colega más experimentado me aconsejó: “Anota cuando el árbitro sancione algo mal y luego señala cada vez que vuelva a cometer el mismo error”. Mal consejo, o al menos, obsoleto. Ahora sé que el informador debe apreciar la labor global y no un error específico. Una actuación excelente durante 39 minutos y 59 segundos puede venirse abajo si el árbitro se equivoca en la decisión final. Puede que haya sido sólo un error, cierto, pero puede ser el que decidió el resultado. Por otro lado, a pesar de algunos errores, un árbitro puede desarrollar una labor global buena, o incluso muy buena, porque los participantes aceptaran su estilo y forma de desenvolverse. También esto marca la diferencia entre valorar un arbitraje en DVD o en directo. El DVD posibilita apreciar una situación concreta, pero se corre el riesgo de sacarla de contexto. Por otro lado, la misma situación observada a pie de pista puede percibirse en su contexto y juzgarse de diferente manera. Las imágenes del DVD tienden a sesgar la realidad, y sólo alguien presente en el campo puede sentir lo que ha ocurrido sobre la cancha.
• Consejo 9: Prepara un resumen final comenzando por aquellas acciones que deben evitarse y aquellas que deben mantenerse. Es importante acabar lanzando un mensaje positivo. Un buen análisis finaliza con un resumen de los comentarios, mientras que comienza con los aspectos que debe evitarse y/o los que deben mejorarse en los siguientes partidos. Debe finalizar con los aspectos positivos que alcanzarse en la carrera del árbitro. Cada árbitro atesora cualidades que merecen ser destacadas y apreciadas. También es aconsejable hablar al árbitro sobre su trabajo de equipo (la actuación es el resultado de la simbiosis y no de la mera acumulación de pitadas) y sobre su comportamiento antes y después del partido. Se es árbitro durante todo el partido y no puede permitirse ciertas actitudes en presencia de los demás participantes. Debe ser como el cisne, que, visto sobre el agua, se desliza con gracia y sin esfuerzo, pero bajo el agua y sin ser visto es un hervidero de agotadora actividad.
• Consejo 10: Mantén siempre una actitud positiva. El informador debe actuar más como entrenador, que anima y aconseja, que como una simple máquina que puntúa. El informador debe adoptar una actitud abierta y cordial, flexible pero segura, ante los argumentos que usarán los árbitros para intentar esconder sus errores. Es parte de la naturaleza humana. Tras 40 minutos de tensión, solos en la pista, bajo la presión de ambos equipos y los espectadores, los árbitros necesitan un amigo y no un verdugo. El informador debe ser sincero y honesto sin esconder la verdad. Debe ser capaz de informar al árbitro con tacto aquellos puntos que debe mejorar. Este diálogo puede establecerse sin acaloramientos, puesto que “todo fluye y nada permanece inmutable”, como afirmó Heráclito.

"Aquí tenéis un pequeño decálogo escrito para los informadores. La relación entre el informador y el árbitro debe basarse en la confianza mutua. El progreso y la mejora del baloncesto y del arbitraje dependen en gran medida de la calidad del trabajo de los informadores. Los árbitros deben aceptar que serán evaluados. Los informadores deben buscar las buenas cualidades de los árbitros. Y todos deben aceptar que sólo unos pocos de ellos llegarán a la cima… lo que no debe impedir que cada uno sea capaz de jugar un papel importante en cualquier nivel en el que se encuentre."

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