Reflexión nº4: ¿ Nos precipitamos al enseñar?
A veces cuando hacemos nuestro trabajo cómo entrenador cometemos errores de precipitación, a mí personalmente me ha pasado, unas veces por defecto y otras por exceso.
Normalmente los errores por defecto vienen determinados porque comenzamos nuestro trabajo de entrenador sin tener del todo claro las premisas fundamentales que se deben dar en cualquier entrenador de baloncesto o de otro deporte.
No sé es del todo consciente de la importancia de saber que uno tiene que sacrificarse muchas veces, que es necesario tener voluntad de aprender, ser generoso para transmitir lo que se sabe, y disfrutar haciendo lo que de verdad se desea. También es importante ir moldeando nuestro carácter, para saber actuar en diferentes situaciones según convenga, y realizar un trabajo contínuo y progresivo.
Si no se está mentalizado convenientemente y empezamos a entrenar sin los principios antes citados convenientemente arraigados, seguramente a la primera dificultad estos entrenadores se desilusionarán y se desorientarán, empezarán poco a poco a tener cada vez menos ganas de entrenar y terminarán por dejarlo.
El caso contrario es precipitarnos por exceso, el caso típico del entrenador que quiere decir tantas cosas a la vez, que quiere demostrar a sus jugadores lo mucho que sabe, lo bueno que es, la cantidad de jugadas y sistemas que conoce, etc. Al enseñar mete tanta información que termina por confundir a sus jugadores, porque estos necesitan tiempo para ir asimilando poco a poco dicha información. Lo que enseñemos debe estar de acuerdo con el poder de adquisición y asimilación de conocimientos de los jugadores que estén en nuestras manos (su edad, su capacidad intelectiva, etc). La enseñanza debe ser precisa, contínua y corrigiendo los errores que vayan apareciendo. De esta manera conseguiremos que los jugadores progresen con una buena base de fundamentos técnicos y tácticos bien afincados y procesados en su mente.
Evidentemente vuelves a acertar, el otro día en un partido de benjamines vi (le sucedió a mi equipo) como un jugador montaba un bloqueo directo para otro, el cual aún no sabía entrar por la izaquierda, pero era rapidillo y a esas edades eso es una gran ventaja. Me quedé tan perplejo que al preguntarle al otro formador cual era el fin de ese bloqueo, me dijo que el de que su equipo metiera muchas canastas sorprendiendo al rival.
ResponderEliminarMás sorprendido estaba yo al ver el regular dominio de balón, la casi nula ocupación de espacios por parte de sus pupilos y que perdiera el tiempo en esto.
Eduardo, me gustaría que hablases también sobre los padres pantojiles y la educación del mínimo esfuerzo que tienen actualmente los jugadores de formación. Un saludo.
No me importa hablar de cualquier tema, pero también es bueno que los visitantes del blog aportéis vuestras experiencias, si quieres puedes escribir un artículo al respecto y yo lo publico en el blog, cualquier buena colaboración siempre es muy bien recibida. Gracias por seguir el blog.
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