Hace varias semanas Fernando García Montero entrenador de UCB en una entrevista realizado por el Diario Digital Cordópolis entre otras cosas decía; "Tenemos un grupo competitivo y con ganas de pertenecer a este club”, "El objetivo para el equipo no debe ser otro que crear precisamente eso, un equipo”.
Al hilo de estas declaraciones de Fernando, he recordado un artículo que escribí allá por el año 2008, que titulé "Tenemos de verdad un equipo? y que va como anillo al dedo al trasfondo de las palabras del entrenador cordobés.
El deseo de Fernando es lo que siempre pretendemos conseguir los entrenadores de baloncesto, pero lograr que nuestros jugadores conformen "un auténtico equipo", no es nada fácil y es un factor clave diferenciador de unos entrenadores y otros.
Y es que no podemos olvidar que el baloncesto es un deporte de equipo, pero a ese grupo de jugadores que tenemos en nuestras manos, cohesionarlo, unirlo como una piña, lograr que todos remen en la misma dirección, hacer que se olviden de los egoísmos, de las estadísticas personales, que den tanta importancia a una canasta, como a una asistencia, como a un intangible, resumiendo que pongan lo individual al servicio del colectivo y que sean generosos y solidarios unos con otros, dentro y fuera de la pista, que se dejen el alma y el corazón en el juego por ellos y sus compañeros, es lo que da sentido a la labor de un entrenador, quizás por encima de otros factores técnicos o tácticos.
Muchos piensan que conseguir tener un equipo ideal en baloncesto lo puede tener cualquiera, es cuestión de tener un gran presupuesto, tirar de talonario y fichar a los mejores jugadores. La historia del deporte está llena de fracasos de grandes equipos que con mucho presupuesto y fichando a los mejores “nombres” del momento, se quedaron en casi nada y nunca fueron un auténtico equipo.
Una frase manida y que se lee a menudo es la de “queremos un equipo de hombres y no de
nombres”, en este sentido se le da a la palabra hombre la connotación que
todos conocemos de “echarle…”
Otra situación que se da muy a menudo en los equipos de
baloncesto, es el grito de guerra que suelen usar muchos equipos cuando los
jugadores hacen un corrillo antes de los partidos o en momentos puntuales tras
finalizar un tiempo muerto en el que gritan la palabra “equipo”, en este sentido se le da a dicha palabra la connotación de “unión, piña, todos a una”.
La formación real
del concepto de equipo se construye poco a poco, no es algo que se tiene de
la noche a la mañana, se construye
dentro y fuera del campo y en ello tienen mucho que ver además de los
protagonistas, el staff técnico, los directivos y yo casi me atrevería a decir
que hasta la afición. Se empieza a construir con la elección de los jugadores
que forman la plantilla, con el feeling que se establezca con el cuerpo técnico
en los entrenos y partidos, con tantos momentos de viajes (autocar, hoteles,
concentraciones, etc).
Hay claves que son imprescindibles para que se pueda
formar un auténtico equipo, lo que diferencia a unos equipos de otros es “el grado de cohesión” entre sus
componentes, cuanto mas alto sea mucho mas lejos se llegará. Cuando digo
cohesión no me refiero exclusivamente a los jugadores, ahí entra también el
cuerpo técnico, dirección deportiva, etc, etc.
Otro aspecto importante es que los jugadores y técnicos se sientan orgullosos de pertenecer a ese equipo, que se sientan partícipes del proyecto, a eso le llamamos “identificación”, o como Fernando manifiesta "el sentido de pertenencia a un club", generalmente los jugadores de la tierra suelen estar identificados con los colores del equipo, pero tenemos que lograr que todos los demás también se identifiquen. En este sentido la identificación de los jugadores de UCB, la mayoría desde las categorías base de Addipacor, germen del posteriormente creado UCB es clara y manifiesta.
Otra cuestión esencial es conseguir que el jugador sea capaz de poner lo individual al servicio del equipo, que no sea egoísta y busque sus estadísticas personales, sino las estadísticas de equipo, esto os puedo asegurar que no es fácil de conseguir en todos los casos, estoy aburrido de estar en vestuarios que tras acabar un partido y perder se observan caras tristes por la derrota y sin ganas de hablar, mientras otros compañeros apenas salen de la ducha están pidiendo ver las estadísticas. A esto le llamamos “solidaridad”, con los compañeros, con los objetivos, en definitiva, con el proyecto común.
En un auténtico equipo por encima de las diferentes
variables que pueda tener, las metas deben ser comunes y consensuadas entre
todos, pero tenemos que saber marcarnos adecuadamente esas metas, pueden ser
exigentes y difíciles pero realistas y alcanzables, es la única forma de que
haya “compromiso” de todos los
miembros del equipo. Si no hay una auténtica “implicación” de todos será muy difícil salir a la cancha y aunar
esfuerzos y voluntades.
Pero si nos comprometemos y nos implicamos no podemos
olvidar que paralelamente esto significa “corresponsabilizarse”
y repartir responsabilidades, culpas, fracasos y éxitos.
Pero cuando se ve el significado auténtico de la palabra
equipo, es en “la forma como se
reacciona ante la adversidad”, ahí es donde mas se aprecian las virtudes de
un equipo, de sus jugadores, de sus entrenadores y de sus dirigentes. En las
victorias todo son parabienes y palmaditas, estamos cansados de ver en las
derrotas esos momentos terribles que todos llamamos “la soledad del entrenador”, momentos en que los dedos acusadores
siempre van en la misma dirección, por parte de la prensa, de los directivos,
de la afición e incluso de algunos jugadores egoístas que suelen por detrás y
sin dar la cara (para salvar su pellejo en la mayoría de los casos), echarle la
responsabilidad a otros sin mirar lo mas mínimo hacia si mismos.
A mí en los partidos me gusta mucho mirar en la dirección
de los banquillos, las reacciones de los jugadores, de los entrenadores, hasta
de los ayudantes, fisios, etc.
Me gusta fijarme en como reaccionan los jugadores ante
los cambios, como salen de los tiempos muertos, como dialogan con su
entrenador, etc. Todo esto me da muchas pautas y pistas de como puede funcionar
un equipo y de cómo se pueden unir en momentos claves.
Cuando un equipo se comporta y valga la redundancia como un auténtico equipo, con compromiso, implicación, solidaridad, cohesión, etc. Supongo que estaréis de acuerdo conmigo que algo habrá tenido que ver el entrenador, ¿o no?
Como compañero actual de Fernando García, aunque ahora desde la grada y en otras funciones, espero y deseo que logre el objetivo que persigue con tanto ahínco desde el principio de temporada, veo la actitud del grupo y estoy seguro que con el paso de las jornadas el trabajo diario se hará notar, porque yo si creo que estamos en el camino de ser un auténtico equipo.
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