lunes, 5 de noviembre de 2012

Bball Córdoba, el heredero de un desafío imposible (Firma invitada: Paco Merino)

**Paco Merino es un reconocido y contratastado periodista cordobés que ha trabajado en los periódicos Diario Córdoba y El Día de Córdoba en los que ha sido Jefe de Sección, conoce como nadie la realidad del baloncesto cordobés, sus entresijos, su trayectoria, su progresión y la evolución que ha tenido en los últimos años. Escribe con fundamento y además lo hace muy bien, es una persona que sabe de lo que habla y una voz mas que autorizada en la materia, para el Blog Viveelbasket es un  privilegio contar con Paco Merino como firma invitada y le agradecemos enormemente su colaboración**
Ball Córdoba, el heredero de un desafío imposible
Si son ustedes seguidores del baloncesto cordobés sabrán seguramente que Córdoba capital cuenta con un representante en campeonatos de categoría nacional -a veces hubo varios de forma simultánea, lo que puede considerarse un pseudomilagro- desde principios de los años 70 del siglo pasado. El Juventud de Córdoba encarnó durante décadas el sueño de una ciudad por verse donde otras (Málaga, Sevilla, Granada, Huelva...) sí alcanzaron plaza, fuera por méritos en la cancha y/o por virguerías en los despachos. Nunca lo logró. Pudo lograrlo con un cheque en la mano, en aquellos tiempos que ahora parecen tan lejanos en los que las entidades financieras se aliaban con los clubes de básket para convertirlos en parte de su marca.
(Niños de la cantera del Bball Córdoba. Autor: Álvaro Carmona)
Aquí, en el sur, lo hicieron Unicaja, Caja San Fernando, El Monte de Huelva, Caja Granada... y también Cajasur. Cada uno a su estilo, claro. Algunos lo vieron como inversión, otros como subvención y también hubo quien se sumó a la moda entre rechinar de dientes y porque no le quedó más remedio.
Hubo ciudades que llegaron a la ACB para quedarse y triunfar, mientras que otras paladearon de modo efímero su presencia en la que dicen -y posiblemente sea verdad- que es la mejor liga del planeta dejando aparte la NBA.
El Cajasur llegó a ser un club respetado y querido, muchas veces más apreciado fuera de las fronteras cordobesas que dentro, sobre todo por su capacidad para desenvolverse de una forma más que digna con presupuestos cortos y un funcionamiento de corte familiar, entrañable pero sin expectativas de un futuro más allá del día siguiente.
El segundo club de la ciudad -detrás del Córdoba CF, obviamente- logró, pese a sus peculiaridades, un alto grado de notoriedad social y un rendimiento deportivo más que aceptable desde finales de los noventa y en los primeros años del siglo XXI. Por el Palacio de Deportes Vista Alegre, que congregaba a más de dos mil personas cada noche de partido, pasaron -y perdieron- equipos como el Lucentum de Alicante, con José Manuel Calderón -multicampeón con la selección de España y afincado en los Toronto Raptors de la NBA-, o el Gijón de un joven Luis Scola, leyenda para el Baskonia en la ACB y hoy en la liga profesional estadounidense con los Phoenix Suns. El techo deportivo fueron unos cuartos de final en los play offs de ascenso a la ACB, con Rafa Sanz en el banquillo y Joe Alonso como líder en la pista. Y luego, el declive. Descensos deportivos, económicos... Ligas sin interés, aventuras descocadas, fusiones forzadas y un rosario de proyectos con más ilusión que medios. Hasta hoy.
Perdón por el largo preámbulo, pero viene a cuento para entender que el baloncesto en Córdoba capital no ha llegado nunca a la élite, pero sí ha conquistado un título que cobra su valor más extraordinario en  estos tiempos que corren: ha logrado la supervivencia. Donde otros sucumbieron, encontró la capacidad para reinventarse. Ni las peores calamidades han sido capaces de destruirlo. Con cambios de titularidad, de denominación, de escudo y de color de camiseta, Córdoba no pierde a un equipo que defienda su nombre en una liga de rango nacional.
Este curso 2012-13, tampoco. Aunque sea en la Primera Nacional, la quinta categoría en el escalafón, y con un nombre distinto, desconocido hasta para quienes forman parte de la estructura en las secciones inferiores y de complicada pronunciación: Bball -léase "bíbol"- Córdoba. ¿Y qué es lo que quieren hacer ahora? Progresar, desde luego. No queda otra. Pero con un método distinto.
¿Qué tiene el Bball?
Para empezar, un cuadro técnico cuya confección resulta sorprendente echando un vistazo a los historiales de sus miembros.
(Jesús Lázaro, nuevo director deportivo del Bball Córdoba, en el palco de Vista Alegre. Autor: Álvaro Carmona)
Como director deportivo está Jesús Lázaro, que regresa a su tierra natal -se forjó en la cantera del colegio Salesianos- después de 24 años como profesional y un bagaje que incluye, entre otros logros, los títulos de ACB y Copa del Rey con el Unicaja y el Manresa, además de un ascenso a la ACB como segundo técnico del Murcia y un título de campeón nacional como entrenador del Unicaja júnior.
En el banquillo del equipo está Rafa Gomáriz, otro "exiliado" que retorna después de varios años en equipos de la Adecco Oro, y a su lado estará Manolo Jiménez "Júnior", quien conoce a la perfección la categoría. En la preparación física cuenta con Carlos Aragón, con experiencia en el Fuenlabrada de la ACB y la selección española sub 19.
Han armado una plantilla interesante, en la que jóvenes con proyección contarán con el respaldo en la pista de un jugador legendario del baloncesto cordobés como el alero José Antonio Ferrer. Todos tienen ganas de gustar, de homologar su proyecto con buenos resultados y mejores sensaciones. Es el enésimo intento de poner el marcador a cero y empezar de nuevo una historia con raíces antiguas pero nuevas reglas.
¿Qué le falta al Bball?
Dejando aparte, por razones obvias, el tema de los apoyos económicos -la falta de sponsors ha dejado al deporte cordobés en niveles cercanos al subsuelo-, el nuevo proyecto del baloncesto cordobés encuentra al menos un par de obstáculos de consideración. El primero es la falta de una competición con atractivo para el público. Sin aficionados en las gradas, el deporte se convierte en un pasatiempo sin trascendencia más allá de las sensaciones de quienes lo practican.
La Primera Nacional, una división con trazas de cajón de sastre, la forman 25 equipos que han sido distribuidos en tres grupos por proximidad geográfica -para abaratar costes- y que jugarán por subir a la Liga EBA, otro torneo de corte kafkiano por los continuos vaivenes de altas y bajas. El Bball, que ha disputado cinco partidos de pretemporada, no comienza a competir hasta la segunda semana de noviembre y podría no comparecer ante su público ¡hasta el año 2013! Su grupo, de ocho equipos, tiene tres partidos cada jornada y dos equipos de descanso. Sí, así como suena. Con esa cadencia, salpicada con algunos acontecimientos deportivos que tendrán como sede Vista Alegre, el Bball será un gran desconocido para los aficionados hasta bien entrado el invierno.
Otro de los retos pendientes del Bball está en sus categorías inferiores, que son las del CB Europa Ciudad de Córdoba, antiguo Salsas Musa, que también pierde su nombre a la par que su patrocinio. Con un funcionamiento autónomo, el Ciudad de Córdoba -cuya fundación data de 2006- recibió hace unos meses de manos del recordado Rafael Rojano el premio al mejor club masculino de la provincia 2011-12, después de conquistar el título de campeón en cadetes, infantiles y alevines, además del subcampeonato en júnior. De ese vivero surgen ocasionalmente talentos que son captados por entidades de superior potencial, como ha ocurrido con los hermanos Sergio y Adolfo Vega, que ficharon por el Unicaja de Mälaga. Es más que probable que el mismo camino sea seguido por otras perlas de una cantera que sigue produciendo, pese a la falta de medios, jugadores interesantes.
Los equipos del Ciudad de Córdoba, la base de la pirámide -deportiva y social- del nuevo Bball, afrontan cada semana sin saber a ciencia cierta cuándo, cómo y dónde van a poder entrenar o jugar. Con las pistas descubiertas del Colegio Europa como atestado centro de operaciones y el pabellón Menéndez Pidal de la UCO en prolongadas obras, los técnicos buscan acomodo en donde sea menester con un ojo en la economía y otro en la web del meteorólogo José Antonio Maldonado.
(Padres y jugadores secan una pista en el Colegio Europa antes de jugar un partido oficial. Autor: Paco Merino)
Miren la foto de abajo. Entrenadores, arbitros, jugadores, madres y padres comparten el mocho y la inventiva -papeles, pisadas...- para secar una pista del Europa tras la lluvia y poder disputar un par de partidos de infantiles y alevines. Estampas de tiempos pasados que reaparecen, como fantasmas, en el proyecto de un club que pretende colocar a Córdoba en el mapa del baloncesto profesional a medio plazo. Trabajo tienen por delante.
Paco Merino (Periodista)

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