miércoles, 20 de abril de 2022

Un jugador no tiene una buena actitud, ¿qué hago para mejorarla?

Un entrenador me escribe y me pregunta sobre que puede hacer para mejorar la actitud de uno de sus jugadores en los entrenamientos y partidos. Me comenta que el jugador que está en edad infantil es el más alto y el que mejor condiciones físicas y técnicas tiene de su equipo, pero que él considera que podría dar mucho más de sí mismo, pero no se esfuerza lo suficiente, a veces está disperso y ausente, se le corrigen detalles, pero no presta demasiada atención, repite los mismos errores y no pone interés en cambiarlos, entrenando a la mínima ocasión está de risas con los compañeros, etc.


Este entrenador considera que al jugador le falta madurez y se pregunta qué relación pudiera tener esa falta de actitud con su inmadurez, el jugador en cuestión es educado no tiene una mala contestación, cuando se habla con él para indicarle algo, exigirle una mejor respuesta e incluso en ocasiones recriminarle su actitud, se calla, asiente, aunque le cuesta fijar la mirada, pero sigue repitiendo las mismas conductas.

Incluso técnicamente su respuesta es mínima a las correcciones, me pone el ejemplo de indicaciones que le hace como: 1) no bajes el balón cuando cojas un rebote en ataque, 2) intenta estar más flexionado, 3) Dale arco al tiro, etc y le entran por un oído y le salen por otro.

Él tiene mucha fe en ese jugador por las posibilidades que le atisba en el futuro, tiene buena coordinación, físicamente está bien dotado, es muy alto en relación con los chicos de su edad, bota bien, es capaz de salir botando de costa a costa, es muy buen pasador con una mano, penetra bien a canasta, es bastante ágil y veloz para su edad, pero no explota suficientemente sus cualidades, solo de forma intermitente y esporádica.

Este entrenador siente que no sabe dar con la tecla para motivarlo y que mejore su actitud, lo ha intentado todo desde los refuerzos positivos, dialogar mucho con él para intentar entenderlo, aunque el chaval es introvertido y no se abre mucho, incluso castigarlo o abroncarlo, pero no consigue que el jugador se implique totalmente en su aprendizaje, se esfuerce al máximo y trate de buscar lo mejor de sí. Por eso se dirige a mí, a ver si soy capaz de darle la receta o fórmula mágica que cambie la historia.

La verdad es que no es nada fácil, a lo largo de mi larga trayectoria como entrenador me he encontrado con muchos tipos de jugadores y conseguir buscar la motivación adecuada para conseguir mejorar la actitud de un jugador sea posiblemente lo más difícil de todo.

Hace poco un entrenador comentaba en el blog, que el jugador ya debe llegar motivado de casa y que si no es así los entrenadores tenemos poco que hacer, yo no estoy nada de acuerdo con ese pensamiento al contrario creo que tenemos mucho que decir. 

Es muy difícil ayudar a quien no se deja ayudar, pero tratándose de un chaval de edad infantil que es inmaduro, creo que debemos intentar ganarlo para la causa y no cejar en el empeño de encontrar fórmula y la manera de dar con el "chip" que le haga dar una vuelta de tuerca a su actitud. Posiblemente cuando sea más maduro se dará cuenta de ello y dará un gran salto en su actitud, ¿pero ¿cuándo llegará su madurez? ¿tenemos que esperar hasta ello?, ¿cuando llegue, cuanto se habrá dejado atrás en su evolución y crecimiento como jugador?, ¿permanecemos los entrenadores impasibles ante ello o buscamos herramientas y caminos para que el cambio de actitud se consiga cuanto antes? ¿nos olvidamos de él y le dejamos a su aire?

Creo que nuestro reto como entrenadores debe ser rompernos la cabeza, buscar a un psicólogo que nos asesore, esa figura en el deporte actual cada vez es más necesaria y conseguir ganarnos para la causa al jugador, no podemos perder nunca a ningún jugador, más si reúne las condiciones que su entrenador me dice.

¿Qué podemos hacer para mejorar su actitud?

La “actitud” de un jugador se caracteriza por tres aspectos fundamentales:

1) Confianza en su capacidad.

2) Comprender que no lograr un objetivo concreto, no significa que no se pueda lograr el objetivo general.

3) Creer firmemente en que, si hace bien su trabajo, podrá mejorar su rendimiento.

Nuestro trabajo como entrenadores debe ir encaminado a conseguir y mejorar en nuestros jugadores los tres puntos anteriores, para ello trataremos.

- Que el jugador asuma su responsabilidad personal. Para ello debemos fomentar un entorno que lo favorezca en el que el entrenador y los jugadores asuman la responsabilidad que puedan controlar. Si cada uno mejora en su tarea, el rendimiento individual mejorará y puesto a servicio del equipo también mejorará el rendimiento colectivo.

Forma parte de la responsabilidad personal que cada jugador asuma el rol que tiene en el equipo. El entrenador puede mejorar esto fijando objetivos y midiendo si estos se logran o no, trasladando su opinión a los jugadores.

- Marcar objetivos realistas, pequeños y alcanzables. Esto es una estrategia motivadora para ir dando pasitos en la actitud de los jugadores. Con pasos pequeños se llega a grandes metas. Conseguir un objetivo, es un gran factor motivador para conseguir el objetivo siguiente. 

Cuando marcamos un objetivo realista, se convierte en un reto a conseguir en la mente de un jugador y eso suele incidir en que a veces logra avanzar técnicamente y dar pasos que inicialmente no pensaba que pudiera lograr. Eso los motivará de forma especial y desde objetivos pequeños le encaminarán a conseguir objetivos mayores.

- Mentalizarlos de que hay que entrenar arduamente. Los grandes jugadores suelen ser los que trabajan más duro y más se esfuerzan. Sin esfuerzo y sacrificio no se consigue nada. Los jugadores más jóvenes no le dan demasiada importancia a lo que pueden lograr. Entrenan para pasarlo bien y estar con sus amigos, que se diviertan entrenando no es malo, pero si es que no aprovechen toda su capacidad o potencial (físico, técnico y psicológico).

- Alentarlos y animarlos a que hagan el máximo esfuerzo posible. Es muy importante como llevar a la práctica esto, bien sea con gritos de ánimo, con charlas motivadoras, etc. Pero el papel de los refuerzos positivos en este aspecto es esencial. Hay que huir de comentarios negativos o despectivos, amenazas de castigo, etc.  

- El contacto humano también es importante. A veces con una frase y echarle la mano sobre el hombro a un jugador suele causar efectos impensables. Esto que aparentemente parece que no tiene mucha relación con la actitud, es más importante de lo que parece porque el entrenador mejora su conexión con el jugador. Los jugadores lo hacen entre sí, no solo consolándose, también animándose con palmadas, etc. Todo ello favorece la conexión del grupo, cuando cada jugador se siente mejor, está claro que responderá mejor y su actitud será mucho más positiva. 

Conclusión

No soy psicólogo que quede claro, pero siempre me ha interesado esa faceta. He intentado prepararme y y beber de fuentes bibliográficas al respecto (también en este artículo). Además, en cuarenta y cuatro años de docencia como profesor y otros tantos como entrenador algo he aprendido y sin estar en posesión de la verdad, creo que los consejos que se aportan en este post quizás puedan ayudar a este entrenador que me hace la consulta. 

Para terminar, nunca hay dos casos iguales cuando se habla de actitud del deportista, habría que conocer a fondo las características personales de cada jugador (su entorno familiar, su personalidad, su carácter, su capacidad física, su capacidad mental, su entendimiento del juego, etc), para dar una respuesta lo más acertada y concreta posible. No creo que haya nadie que busque soluciones mejores que el entrenar que trabaja a diario con dicho entrenador, es el que mejor lo conoce y el que más se preocupa, aunque entiendo que a veces es el que más se desespera con dicha situación.

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