Ya se sabe que los entrenadores dependemos de los resultados, se juega para ganar y está claro que ese es el objetivo fundamental que se persigue, independientemente de que intentemos hacer un baloncesto bonito y formar jugadores al mismo tiempo.
A lo largo de mi carrera de entrenador he conocido toda clase de marcadores en los partidos, diferencias favorables, diferencias en contra, tanteos ajustados, alternancia en el marcador, etc.
Aunque pueda parecer raro, nunca me ha gustado comenzar los partidos (contra equipos de parecido nivel al mío) con ventajas demasiado claras a nuestro favor, recuerdo en una ocasión que en un derbi importante de liga EBA empezamos ganando (22-3) en el primer cuarto y poco a poco el partido se fue complicando y al final lo perdimos. Suele ocurrir que tras una salida espectacular en apenas diez minutos pensemos que todo está hecho, sin querer nos relajamos y el equipo contrario reacciona, se nos sube a las barbas y cuando queremos darnos cuenta se nos han puesto por encima, llegan de menos a mas todo lo contrario que nosotros que entramos en declive y en esa situación se nos nublan las ideas, no damos crédito a lo que vemos, el público se pone nervioso, el ambiente se enrarece y sucede el resultado mas inesperado.
Lógicamente también me ha sucedido lo contrario, haber conseguido una gran remontada, esto alegra a todos y tiene un gran valor psicológico, porque cuando se consigue una vez siempre sirve de ejemplo para recordárselo a nuestros jugadores y que en cualquier partido esté como esté el marcador siempre recordemos dicha gesta, sirva de motivación y nunca se bajen los brazos.
Pero tampoco me gusta demasiado que a menudo tengamos que remontar, sencillamente debido a que en muchas ocasiones se consigue igualar la diferencia o incluso superarla, pero el esfuerzo realizado se puede acusar al final y que se pierda el partido,esto por ejemplo le pasó al Caja Laboral en su último partido en Liga Europea tras ir perdiendo por 21 puntos consiguió igualar y al final perdió.
Lo ideal sería conseguir una estabilidad y una regularidad en la marcha del marcador, que se aumente de foma progresiva y que las diferencias se fueran consiguiendo poco a poco sin grandes parciales a favor o en contra, pero eso no es tan fácil como parece porque entonces casi se podría esperar el resultado a conseguir.
Lo bonito del baloncesto y de sus marcadores es que nunca se pueden predecir, los entrenadores y los jugadores deben mentalizarse para todas las situaciones que se pueden dar, a favor, en contra, parciales grandes, parciales cortos, remontadas, salidas en frío, tanteos igualados, prórrogas, etc. Debemos aprender a gestionar los resultados, los tiempos y los estados de ánimo, gestionar las emociones ante cualquier situación del marcador esperada o inesperada será clave para cualquier entrenador y por supuesto para el equipo al que entrene.
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