El rendimiento deportivo de un equipo de baloncesto depende de muchos factores, pero sería casi imposible valorarlo adecuadamente sin tener en cuenta lo psicológico y emocional. El control y la gestión de las emociones corresponde al entrenador, la gestión del factor humano bajo sus órdenes y la dirección del grupo suele ser lo que mas valoran los jugadores.
En un equipo de baloncesto hay dos realidades independientes pero al mismo tiempo unidas, por un lado está la psicología individual de cada componente del mismo y por otra parte la psicología del grupo que forman, el entrenador debe saber buscar una linea común de actuación que las unifique y caminen en la búsqueda de los mismos objetivos.
El entrenador competente posee una buena inteligencia emocional, sabe sumar a sus capacidades individuales, las demandas de su equipo y las del entorno en que trabaja (entrenamientos y competición).
Interés, compromiso, satisfacción, felicidad, son valores que están íntimamente ligados a una buena gestión de las emociones por parte del entrenador.
Las emociones cuentan y se deben analizar y gestionar. Los entrenadores deben aprender a controlar sus emociones y la de sus jugadores. Los entrenadores de baloncesto no sólo tienen la misión de dirigir al equipo en entrenamientos y partidos, deben ejercer un liderazgo a través del convencimiento, sabiendo influir adecuadamente en cada situación y elegir las mejores opciones, pero tratando de seducir, de conquistar al jugador, de ganárselo poco a poco en cada instante y en cada día, sembrando y dejando un "poso" en cada jugador en formade emociones positivas que son las que nos encaminarán al éxito.
1) Trabajar las emociones
Para conseguir un buen rendimiento debemos buscar el equilibrio personal, sin equilibrio no se puede rendir al máximo y para conseguirlo debemos poner atención a todas las cosas de nuestra vida y buscar la estabilidad emocional adecuada (un deportista que tiene una preocupación a nivel personal o familiar casi sin darse cuenta la traslada a la cancha e indudablemente su rendimiento varía de forma negativa).
El deportista debe tomar las riendas de su vida, olvidándose de excusas, de justificaciones, de razones vanas, hay que querer hacer cosas y abstraerse de pensamientos negativos para pode competir con total plenitud.
Gestionar las emociones se convierte en aspecto clave en la alta competición, el entrenador debe ser el gestor de esas emociones, actuar como un coaching deportivo y su misión fundamental va a ser desarrollar el talento de sus jugadores.
La diferencia entre el éxito y el fracaso en el deporte no radica en el desarrollo de las capacidades físicas, técnicas, tácticas sino en la capacidad emocional para reconocer y regularizar las emociones (gestión).
Esta capacidad nos ayudará a reconocer las emociones y a regularizarlas, a nivel individual, a identificarlas en los jugadores, entre los compañeros, de los rivales, etc.
Tenemos que saber que queremos y donde vamos, una vez fijados nuestros objetivos, el entrenador tiene que acompañar al jugador (apoyándolo, impulsándolo, animándolo, retándolo, provocándolo, soportándolo, etc), es decir gestionando sus emociones.
2) El manejo, la regulación de las emociones.
Esta habilidad es probablemente la más difícil de conseguir de todas. Se trata de conseguir integrar eficazmente nuestras emociones en el pensamiento, en nuestras conductas para conseguir mejor rendimiento en la cancha.
Gestionar las emociones es tener en cuenta la información que nos proporcionan y canalizar adecuadamente nuestros sentimientos en función del estado de ánimo en que nos encontremos.
Debemos tener cuidado en pensar que gestionar es suprimir o reprimir las emociones. A veces hay que pasar malos momentos y aprender de ellos para nuestro desarrollo como jugadores o entrenadores.
Las emociones pueden llegar a dominarnos, incluso a hacernos daño a nosotros mismos o a los demás, con lo que también debemos aprender a controlarlas. Sabremos gestionar inteligentemente las emociones cuando sepamos acercarnos y separarnos de ellas a nuestra voluntad, no cuando las reprimamos.
Las emociones son también fuente de motivación e inspiración. Son puro movimiento y nos llevan a la acción. Podemos aprovechar el enfado para que nos de energía para llevar a cabo una acción positiva (Ejemplo: jugador que se pica ante un rival por cualquier acción del juego).
Con todo lo dicho, parece claro que tenemos que ser conscientes de ellas y aceptarlas. Sin embargo, tenemos que aprender de ellas y las tenemos que incorporar en nuestro pensamiento, integrarlas en nuestras conductas sin magnificarlas ni ocultarlas.
El jugador se comporta en el campo guiándose de sus pensamientos (conceptos y conocimiento del juego) y sus sentimientos (emociones y estados de ánimo). Mejoraremos en nuestros procesos de toma de decisiones integrando ambos adecuadamente.
Si somos capaces de controlar mejor nuestra ansiedad nos puede permitir controlar mejor nuestros impulsos, eso nos puede ayudar a evitar decisiones inadecuadas, atener las cosas más claras y aminorar las indecisiones, en definitiva a no bajar nuestro rendimiento como entrenadores o jugadores. (Ej: Cuando estamos nerviosos en el partido nunca se suele acertar en las decisiones que se toman)
3) Emociones que favorecen un rendimiento positivo
-Cohesión interna del grupo
-Cohesión interna del grupo
Los componentes de un equipo de baloncesto trabajan juntos en la búsqueda de un objetivo común, la cohesión del grupo es un sentimiento que crece y se desarrolla internamente a lo larga de la temporada, cuando la cohesión es fuerte el grupo trabaja junto y unido, se suele decir con frecuencia "el equipo es una "piña" y eso se nota mucho en especialen los momentos de dificultad, cuando se consigue un buen "feeling" entre los jugadores y el cuerpo técnico, la complicidad y la ilusión son las señas de identidad del equipo.
-Clima favorable en la convivencia
Si queremos que haya buena comunicación entre todos los miembros de un equipo el entrenador debe favorecer un buen clima en la convivencia del grupo. Eso hará que la comunicación fluya en todas las direcciones, que no sólo sea el entrenador el que hable y los jugadores escuchen.
Cuando el jugador se atreve a exponer su opinión sin miedo ni recelos, cuando el entrenador lo escucha aunque al final decida lo que crea mejor para su equipo, cuando haya libertad para exponer los pensamientos con respeto hacia compañeros, técnicos, colaboradores, etc, la información y comunicación fluirá adecuadamente y evitaremos los típicos "silencios" que no aportan nada bueno para el equipo.
Cuando el jugador se atreve a exponer su opinión sin miedo ni recelos, cuando el entrenador lo escucha aunque al final decida lo que crea mejor para su equipo, cuando haya libertad para exponer los pensamientos con respeto hacia compañeros, técnicos, colaboradores, etc, la información y comunicación fluirá adecuadamente y evitaremos los típicos "silencios" que no aportan nada bueno para el equipo.
-Ilusión y motivación
De forma popular decimos que una persona está motivada cuando emprende algo con ilusión, superando el esfuerzo que deba realizar para obtenerlo.
Sólo desde la ilusión y la complicidad del grupo los equipos crecen como equipo. Cuando un equipo comparte esa ilusión las motivaciones individuales se alinean con las colectivas y surgen motivaciones especiales que van mucho mas allá que ganar o perder partidos.
La motivación es la fuerza impulsora de nuestra conducta; lo que determina en buena medida y casi siempre nuestro éxito o nuestro fracaso, en el sentido de que nos lleva a utilizar en mayor medida nuestras reales capacidades. La motivación es, pues, esencial en toda actividad humana y, por supuesto, en el entrenamiento y en los partidos de baloncesto.
-El estado ideal de ejecución
El estado ideal de ejecución se conoce como "flow" o "fluir", el deportista suele identificarlo como un estado de "confianza", es como "jugar de memoria" tanto a nivel individual como colectivo.
Este estado emocional consiste en conseguir un equilibrio emocional y sensación de control, dándose autoconfianza individual y colectiva y consiguiendo una activación nerviosa idónea, que deriva en una gran ilusión y energia para afrontar los partidos con el rival y se afronta la competición como un reto o desafío.
El entrenador debe saber mover casi como un alquimista las emociones que surgen ayudando a los jugadores a afrontar los partidos con concentración, atención, agresividad y disfrute, perseguir el "flow" para que el baloncestista sienta el juego intensamente y su mente "fluya" sobre él en el devenir del partido.
4) Emociones que nos alejan del rendimiento óptimo
Los equipos de baloncesto rompen su cohesión y acaban descomponiéndose cuando aparecen las emociones negativas, primero suelen ser un efecto a nivel individual y luego se trasladan a lo colectivo.
Entre las emociones negativas que conviene erradicar de un vestuario cuanto antes están, el egoismo, el enfado, el desánimo, la ansiedad, el stress.
A nivel particular y aunque todas ellas son bastante importantes odio en especial el egoismo y el enfado, que en muchas ocasiones van unidas (hay jugadores que sólo se miran para dentro y no para fuera, piensen en el típico jugador que al acabar un partido se muestra silencioso y enfadado porque no ha hecho sus números, su equipo ha ganado el partido y todos los compañeros están contentos, pero él da la nota y amarga el momento postpartido, son jugadores que no disfrutan ni dejan disfrutar de la victoria nada mas que cuando ellos destacan y se lucen), esa especie hay que desterrarla cuanto antes porque tarde o temprano generará conflictos en el seno del grupo.
FUENTES: V Charlas magistrales de la FBM (Ponencia sobe la evolución futura del baloncesto y el entrenador como gestor de emociones-Eduardo Burgos) y www.sabercompetir.com (José Carrascosa).
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