Un magnífico trabajo colectivo en el primer cuarto y la aportación de Fran Rueda en momentos clave pueden con el tesón y la energía del joven conjunto malagueño.
Es probable que a usted le pase lo mismo. Tiene uno la sensación de que, para la inmensa mayoría de las parejas de amantes, lo más relevante de sus historias ocurre en la presentación o en el desenlace, y nunca entre ambos. En la memoria selectiva de quiénes presumen de sus gestas iniciales o lloran sus últimas penas, ese largo intermedio parece condenado al olvido, o peor aún, a la indiferencia.
El partido del sábado se prestaba a idéntico capricho. Por un lado la presencia hipnótica de la selección junior de Unicaja, tan bien pintiparada, mil y una capas de reluciente material deportivo, ni una sola de grasa, espléndido físico. Imponente y lozana. Para darle la réplica, El Toyo Basket Citymar, galán veterano en actitud distante, casi displicente, llegando tarde (y eso que la citó en el jardín de su casa), desaliñado, con esa mezcla de sutil indiferencia y de hombría (ustedes me perdonen, lo digo con todo el debido respeto) que suele resultar fatal a sus rivales. Barbas de dos días, mates en el calentamiento hasta doblar la canasta (literalmente), anarquía vestimentaria cubriendo el uniforme y algún gesto torcido. Anécdotas. Fue dar comienzo y los pupilos de Servando César se pusieron firmes y a la obra: excelente primer cuarto el que cuajaron, intensísimos en defensa y equilibrados en ataque. 9 puntos arriba.
Ocurrió que su pareja de baile aquella tarde, la fogosa Unicaja, no quiso darse tan fácilmente por seducida. Plantó cara hasta el último suspiro. A falta de 2 segundos para el final y con 3 puntos de desventaja, fue a la línea de tiros libres, embocó el primero y tiró a fallar el segundo buscando el palmeo, la carambola, la prórroga como premio a tan heroica resistencia. No la obtuvo y, como buena amante, malagueña y despechada, se marchó renegando. Con el tiempo, intuyo, repasará la jugada, se confesará con la almohada o con alguna amiga a la que contará solo el final o solo el principio y olvidará lo sucedido, consciente de que sus argumentos doblegarán a cualquier pretendiente que aspire a conquistar su cancha, y a la gran mayoría de los que visite.
Sin embargo, la trascendencia del partido estuvo en todo lo demás, en aquello que el relato pulcro de los hechos suele obviar en el resumen. Se me ocurren varios ejemplos:El papel de Antonio Mendes, su incansable actividad en las dos canastas y su agresividad bajo los tableros. Tal vez sea casualidad o tal vez no, pero su incorporación al equipo ha coincidido con el final de las dificultades para entrar en los partidos que caracterizaron el comienzo de temporada. Su agitación invita a compararlo con los legendarios microondas (desde el original Vinnie Johnson, la lista es extensísima), pero recuerda más a un electrón libre.
La complementariedad de Fernández y Fernández, Alfonso y Abel, decisivos para cimentar y apuntalar, respectivamente, el edificio del juego interior almeriense allí dónde las lesiones de Javi Jiménez y Chepe Céspedes parecieron dibujar, no hace tanto, el más desolador de los páramos.
Idéntica virtud en la sociedad de los Antonios, Suárez y Rubio, pasándose toda la temporada el testigo de la entrega, el sacrificio y el puntual acierto; o entre Juan y Manolo, manejando al resto desde la posición de base bien escoltados por Tome y Paco, encarnación del presente y esperanzador futuro del club.
Y Fran Rueda. Don Fran Rueda. 18 puntos el sábado en una "mala tarde", como aquellas en las que el veterano figura del toreo (pongamos que Curro Romero) escucha silencio en el primero y luego corta una oreja tras fallar con la espada, pero no con el estoque de descabello (anotó la canasta que a la postre decidiría el encuentro).
Al igual que sucede con el amor (lo afirmo no sin cierto apuro), donde es la travesía de ese océano inmóvil que une el momento de la llegada con el de la separación lo que en realidad da sentido a cada historia, la verdad de un partido, o de un equipo, no se encuentra en los extremos, en la alineación, el resultado o el puesto al final de temporada, sino en el descubrimiento (y la aceptación) de sus protagonistas y en la contribución que cada uno de ellos puede hacer a la aventura. En ese largo y sinuoso camino recorrido (y tantas veces olvidado) por los amantes, metáfora del oficio de jugador de baloncesto.
Ficha Técnica:
El Toyo Basket Citymar Hoteles y Apartamentos 71: Fernández, A. (11), Morales, J. (11), Tomé, A. (4), Rubio, A. (0), Rueda, F. (18) -quinteto inicial- Suárez, A. (7), Muñoz, F. (0), Mendes, A. (14), Fernández, A. (4), Hernández, M. (2).
Unicaja SD 69: Soluade, M. (6), Gutiérrez, R. (2), Vergara, A. (3), Ramírez, P. (18), Alcoholado, J. (6), Ruiz, V. (4), Montoro, S. (0), Guerrero, R. (10), Blanco, J. (15), Antik, L. (5), Hlavitski,S (0).
Parciales: 23-14, 13-18, 15-17, 20-20
Árbitros: Reina y Sevilla
Incidencias: Más de 200 personas abarrotaron el pabellón del Complejo Municipal El Toyo-Retamar. Brillaron una vez más las “Toyo Girls” con sus actuaciones en tiempos muertos y descansos. El encuentro dio comienzo con unos minutos de retraso, tiempo empleado para reparar el tablero tras un mate de Antonio Mendes en la rueda de calentamientos.
COMUNICADO DE BALBINO FERNÁNDEZ
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