Complicidad con los jugadores, ¿debilidad o personalidad?

Cuando un entrenador pide un tiempo muerto la forma de abordarlo es muy variopinta, son tantas las formas de actuar que observamos en unos y otros que daría para escribir un libro y lo que opinamos al respecto también tiene connotaciones diferentes.

Muy reciente tenemos el tiempo muerto pedido por Sarunas Jasikevicius ante el Valencia Basket, el entrenador lituano hizo ver su enfado a los jugadores barcelonistas paseando alrededor del corrillo sin ni siquiera dirigirles la palabra. Leo reacciones ante esa decisión y encuentro respuestas muy opuestas, hay quienes opinan que fue "una llamada de atención perfecta" para que el equipo reaccionara y hay quien dice que es una acción de "postureo cara a la galería", sobre colores no hay nada escrito.

Al hilo de las actuaciones de los entrenadores en los tiempos muertos, algunos opinan que el que tiene que hablar es solamente el entrenador, que los jugadores callen y y escuchen las instrucciones con máxima atención, y dejen que el entrenador aproveche íntegramente el minuto del que dispone. Hay también quién piensa que es bueno que en un momento dado los entrenadores dejen también hablar a los jugadores y atiendan sus indicaciones en un momento dado. 

Me llego a preguntar, ¿esa posible complicidad del entrenador con sus jugadores como la podríamos entender? ¿sería positiva o negativa? ¿necesaria? 

¿DEBILIDAD O PERSONALIDAD DEL ENTRENADOR?

Creo que cuando un entrenador admite con la mayor de las humildades los comentarios de sus jugadores, eso lo engrandece y denota una gran personalidad de su parte. No todos los entrenadores son capaces de actuar con esa "flexibilidad", ese carácter dialogante de escuchar al jugador es lo que hace que todos "se impliquen" en la jugada y que su compromiso sea máximo.

Recuerdo un partido en el que me sorprendió el talante de "Pepu Hernández" en un partido cuando entrenaba al Estudiantes, era un momento de gran tensión y en el que se trataba de planificar una jugada final de partido. Un jugador le hizo una indicación e incluso le señaló con los dedos algo en la pizarra, se estableció un pequeño coloquio entre los jugadores, e incluso algunos traducían en inglés a los americanos, la comunicación y comunión entre los jugadores y "Pepu" fue perfecta y no por eso su autoridad y opinión como entrenador quedó en entredicho ni mucho menos, creo que hasta salió reforzada.

La jugada se hizo según lo pactado, no recuerdo si finalizó con canasta o no, eso para mí no es lo mas importante. Sinceramente creo que el mayor valor de la complicidad entrenador-jugadores, es el componente psicológico que subyace en ella y la gestión emocional del equipo.

Posiblemente habrá quién opine que el entrenador estaba perdido, no sabía que hacer y se puso en manos de sus jugadores, pero sería un craso error pensar así, lo verdaderamente meritorio es tener la serenidad para escuchar que no es sólo oír, mirar los ojos de sus jugadores, darse cuenta de lo que demandan y aunar criterios para salir convencidos a la pista de lo que se quiere hacer. 

He puesto este ejemplo de "Pepu" como podía haber elegido otros casos en que he visto a diferentes entrenadores actuar de ese modo. El entrenador hace bien en escuchar siempre a sus jugadores, pero eso sí siendo el que tome la decisión final de lo que se va a hacer. Tampoco debe permitir que el tiempo muerto sea una "jaula de grillos" en el que todos hablan a la vez y que cada uno diga una cosa, en la mesura y en punto medio suele estar la virtud. Dejar que los jugadores aporten iniciativas, que se impliquen y que arrastren a los demás, son factores que alimentan una buena dirección de equipo.