Como tantos otros soy un
entrenador de un equipo de baloncesto, cuando hablamos de cómo entrena, como
juega, etc, siempre solemos decir “mi equipo tal o mi equipo cual”, es lo habitual y de alguna manera es lo más
lógico y usual.
¿Pero realmente sucede que de verdad se es y se actúa como equipo en todas las situaciones y momentos?, aparentemente es una cuestión que se da por hecha y que casi todo el mundo acepta como normal pero no es tan fácil de conseguir como parece.
¿Pero realmente sucede que de verdad se es y se actúa como equipo en todas las situaciones y momentos?, aparentemente es una cuestión que se da por hecha y que casi todo el mundo acepta como normal pero no es tan fácil de conseguir como parece.
Hay muchos equipos que se motivan en los tiempos muertos y en las
charlas previas con la palabra ¡EQUIPO!, esto no es nada causal
bajo mi punto de vista sino que conlleva la idea de que es el fin que se
pretende conseguir con la actuación de los jugadores en la cancha de juego.
Si desmenuzamos la idea que de forma implícita subyace bajo la palabra equipo tendríamos que pensar en dos premisas fundamentales:
1) EL TALENTO INDIVIDUAL AL SERVICIO DEL GRUPO.
2) DESTERRAR LOS EGOISMOS.
Son dos ideas que aunque las indiquemos por separado en la mayoría de los casos van cogidas de la mano y cuesta trabajo aislarlas completamente. Son dos objetivos que se consiguen con el trabajo diario a lo largo del año y que afectan tanto al entrenador como a los jugadores (el egoísmo forma parte de la persona independientemente del cargo que ocupe).
Conseguir que realmente se sea un auténtico equipo es lo que se persigue con verdadero ahínco en todo momento por parte del entrenador. Cuando se consigue crear una buena dinámica de grupo hay mucho terreno andado y en la mayoría de los casos se suele reflejar con un buen rendimiento en la cancha y el éxito posterior.
Pero no crean que esto es fácil de conseguir, ni mucho menos, hay que ser bastante psicólogo y saber dar y quitar en todo momento, tener autoridad y mano izquierda al mismo tiempo y eso créanme no es nada fácil. Hay que ejercer un liderazgo no impuesto, pero si por convencimiento, marcar las directrices de lo que se persigue y al mismo tiempo de lo que se quiere hacer para conseguirlo. La comunicación y el diálogo entre los jugadores y el entrenador es básico para poder conseguirlo.
No podemos limitarnos como entrenadores a hablar con los jugadores exclusivamente de baloncesto (lo profesional), detrás de cada jugador hay una persona con su impronta y su personalidad, con sus problemas, anhelos y preocupaciones. Conocer un poquito de cómo piensa y de cómo es si no hay comunicación será muy difícil de llegar a entenderlo y de saber qué cosas le podemos exigir o pedir y que cosas no. Si a esto unimos el problema del idioma (cada vez más presente en las ligas españolas), el problema se engrandece, por eso hoy día para un entrenador dominar el inglés se antoja básico y fundamental.
Si desmenuzamos la idea que de forma implícita subyace bajo la palabra equipo tendríamos que pensar en dos premisas fundamentales:
1) EL TALENTO INDIVIDUAL AL SERVICIO DEL GRUPO.
2) DESTERRAR LOS EGOISMOS.
Son dos ideas que aunque las indiquemos por separado en la mayoría de los casos van cogidas de la mano y cuesta trabajo aislarlas completamente. Son dos objetivos que se consiguen con el trabajo diario a lo largo del año y que afectan tanto al entrenador como a los jugadores (el egoísmo forma parte de la persona independientemente del cargo que ocupe).
Conseguir que realmente se sea un auténtico equipo es lo que se persigue con verdadero ahínco en todo momento por parte del entrenador. Cuando se consigue crear una buena dinámica de grupo hay mucho terreno andado y en la mayoría de los casos se suele reflejar con un buen rendimiento en la cancha y el éxito posterior.
Pero no crean que esto es fácil de conseguir, ni mucho menos, hay que ser bastante psicólogo y saber dar y quitar en todo momento, tener autoridad y mano izquierda al mismo tiempo y eso créanme no es nada fácil. Hay que ejercer un liderazgo no impuesto, pero si por convencimiento, marcar las directrices de lo que se persigue y al mismo tiempo de lo que se quiere hacer para conseguirlo. La comunicación y el diálogo entre los jugadores y el entrenador es básico para poder conseguirlo.
No podemos limitarnos como entrenadores a hablar con los jugadores exclusivamente de baloncesto (lo profesional), detrás de cada jugador hay una persona con su impronta y su personalidad, con sus problemas, anhelos y preocupaciones. Conocer un poquito de cómo piensa y de cómo es si no hay comunicación será muy difícil de llegar a entenderlo y de saber qué cosas le podemos exigir o pedir y que cosas no. Si a esto unimos el problema del idioma (cada vez más presente en las ligas españolas), el problema se engrandece, por eso hoy día para un entrenador dominar el inglés se antoja básico y fundamental.