Carta de un padre emocionado
Lo mejor de todo es que estaba prevenido; aun así, la revelación fue deslumbrante.
Los fantásticos Franco y Vargas, junto a Juanlu y Alejandro Alameda, se han entretenido en “montar” de nuevo una mastodóntica jornada de baloncesto y convivencia sin parangón en la provincia de Córdoba.
Dada mi jornada laboral, y mis compromisos familiares, solo pude acudir un par de horas (de 18:00 a 20:00) a semejante evento. Acudí en calidad de invitado y espectador. Muchos amigos y compañeros se encontraban allí, disfrutando de los bienes más preciados de esta vida: la amistad, el deporte y la simbiosis que funde ambas cosas (algo impagable).
Después de esta breve introducción, me centraré en lo verdaderamente reseñable; aquello que encuentro la necesidad de ponderar por encima de todo, y, claro está, sin menoscabar ápice alguno a todo lo sucedido durante la jornada baloncestística.
El caso es que varios amigos me insinuaron (algunos de ellos me afirmaron tajantemente) la gran calidad que mostraban algunos de los equipos que conformaban el torneo tricentenario de La Salle.
De inmediato, entendí que así era.
La fastuosa organización, la enorme difusión y la perfecta preparación de este torneo, invitaba, sin lugar a dudas, a que la calidad representada estaría acorde con semejante organización.
Pero... cual fue mi sorpresa, que en el mismo momento que aparecí por allí (in situ), no solo percibí que las expectativas creadas por algunos de mis amigos eran del todo ciertas, sino que me quedé realmente impresionado cuando mis ojos comprobaron que allí estaba el mejor equipo (de largo) de todo el campeonato.
Lo primero que pensé fue, tonto de mí, cómo no había osado acudir desde primera hora de la mañana para poder haber visto todos los partidos de este “peazo” de equipo. ¡Qué nivelazo!
Llegue justo a tiempo de ver su último partido, que precisamente lo enfrentaban con varios de mis mejores amigos.
Estamos hablando de otro nivel, algo que solo está al alcance de los más privilegiados.
A estas alturas, imagino que os estaréis preguntando por el nombre de este equipo.
Pues bien, se llaman Futuro Singular, y me consta que forman parte de Aprosub.
Luego, como no podía ser de otro modo, le entregaron una placa de reconocimiento; acto que tuve la enorme suerte de ver en directo.
Algo mágico, de una emoción indescriptible.
Aunque, claro está, cómo para no reconocer la calidad de este equipo. Verlos jugar produce tal placer que merecen, no una, sino varias placas ensalzando su calidad.
No tengo el gusto de conocerlos personalmente, ya me gustaría.
Eso sí, uno de mis sueños futuros pasa por poder echar unas canastas, con ellos, sobre una cancha de baloncesto; aunque mi escaso conocimiento baloncestístico quede oscurecido por su enorme calidad.
Lo mejor y más grande de todo esto, es descubrir que mi hija, en el futuro, jugará en este maravilloso equipo.
Grande Aprosub, grande torneo, y grandes los sentimientos que, a veces, te muestra la vida!!!
Alejandro Bolancel Rubio.
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