sábado, 17 de abril de 2021

Como afrontar y controlar la adrenalina de jugar una final

En las dos últimas semanas he visto dos finales de categorías de formación de la liga provincial de mi provincia, en concreto la junior femenina y hoy la junior masculina, no hay duda que este tipo de partidos son especiales tanto para entrenadores, jugador@s e incluso para las aficiones.

Las finales suelen estar llenas de tensión e intensidad, basta ser medianamente observador para darnos cuenta de como las viven los entrenadores y resto del staff técnico, los jugadores, los padres/madres y el resto de la afición. El lenguaje gestual de todos, tanto en el banquillo como en el campo, nos da una imagen muy real en cuanto al nivel de activación y el manejo de las emociones ante situaciones favorables o adversas de unos y de otros.

Canalizar esas emociones de forma positiva es quizás el aspecto mas importante que deben conseguir tanto entrenadores como jugadores. Ese manejo de las emociones pasa en primer lugar porque el entrenador controle las suyas, porque si no es así, mal iremos. Si el entrenador no sabe dar la tranquilidad necesaria y motivar adecuadamente a los suyos ente el fallo o el acierto, estaremos empezando a allanar el camino del rival, por eso debemos darnos cuenta que el control de la ansiedad y las emociones es absolutamente primordial en un partido de baloncesto y si es en una final  mucho mas.


Curiosamente en el partido de la final junior masculina que hoy enfrentaba a Maristas y Cordobasket, los equipos eran dirigidos por dos exjugadores míos, José Antonio Ortíz y Rafael Santos, cada uno con su estilo en el banquillo (los dos válidos), uno aparentemente mas activo y tensionado y el otro  mas calmado y reflexivo (seguramente la procesión iría por dentro).

Cuando se juega una final, el control de las emociones comienza en los entrenamientos semanales, lo mas importante en estas situaciones es naturalizar lo que va a suceder y a veces desde el primer entrenamiento de la semana ya le estamos creando presión al jugador, magnificamos demasiado la final, eso se transmite a su cabeza de los jugadores y de camino pasa a lo corporal (mente y cuerpo están íntimamente relacionados). 

Cuando los chavales se juegan todo en una final, deben centrar sus pensamientos en el partido, pero no debe ser en exceso ni antes de tiempo, todo en su justa medida, también es bueno que desconecten de un entorno que les pueda perjudicar.

Estos jugadores que se juegan todo a una carta deben creer en si mismos, deben afrontar la final con positividad y optimismo, pero tienen que estar mentalmente preparados tanto para la victoria como para el fracaso, porque las dos cosas forman parte de la vida y de todo se saca experiencias válida e interesantes que nos servirán para el futuro y nos harán crecer. 

La adrenalina de jugar una final no se paga con nada, sin embargo estar demasiados acelerados o tensos no nos va a ayudar demasiado,  puede provocarnos miedo al fracaso o al fallo, tenemos que evitar que por lo que sea los jugadores tengan un bloqueo físico o mental, he visto a baloncestistas de cierto nivel que en las finales dejan de ser ellos mismos, debido al stress y la ansiedad por la presión generada (interna y externa). El ruido mediático, el entorno, etc, pueden llegar a limitar sus posibilidades y no competir como son capaces de hacerlo, es decir no sacar el rendimiento máximo de ellos, lo que posiblemente repercutirá en el resultado que se obtenga.

Nadie puede obviar que en el mundo del deporte, el reconocimiento público sólo viene acompañado por la victoria, da igual lo que hayas hecho que de los que quedan segundos no se acuerda nadie, eso hace que los jugadores compitan demasiado tensionados tanto físicamente como psicológicamente, si no son capaces de controlar sus emociones, no tendrán la suficiente claridad mental para abordar las diferentes situaciones y fases de partido, esto es válido también para los entrenadores, porque si están demasiado nerviosos o tensos será complicado e improbables que tomen las decisiones mas adecuadas. 

Debemos como entrenadores trasladar a nuestros jugadores el mensaje de que estén concentrados, que su trabajo y esfuerzo sea constante y máximo durante los cuarenta minutos, que sepan mantener la compostura en los malos momentos de partido, que tengan serenidad, que no se precipiten y que sean un equipo. Si se dan todas estas premisas pueden tener la conciencia tranquila, si se pierde no pasa nada porque se ha dado todo en el campo. No olvidemos nunca que el rival también juega y si ha sido mejor se le felicita y a seguir currando a destajo para ganarles la próxima vez. 

Los jugadores deben deben confiar en sus posibilidades, en su talento, ya que se han entrenado para ello. Si son capaces de disfrutar de la presión (algunos lo hacen y son generalmente los que mas destacan, el mayor ejemplo Rafa Nadal), si son capaces de creer en si mismos sean cuales sean las dificultades a las que se enfrentan, si consiguen entender el contexto de lo que es una final, la abordan como una oportunidad y un reto para aprender y superarse, con toda seguridad aumentarán su rendimiento y competitividad, ese el mejor camino para llegar a la victoria. Trabajar bajo presión no es un castigo si se enfoca bien a veces se transforma en un privilegio del que disfrutan pocos, porque solo dos juegan una final.

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